viernes, 5 de enero de 2007

EJECUTAR A SADAM, PROTEGER A LOS HAMPONES: Justicia al estilo de la mafia



Manuel García, Jr
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¿Qué significa la ejecución de Sadam Husein para el público?
¿Qué han significado las ejecuciones de líderes nacionales capturados en el pasado?
Vercingetorix fue el líder de la revuelta celta contra el gobierno romano en Galia. Fue capturado por Julio César después de la derrota gala en la batalla de Alesia (en el este de Francia) en 52 a. de C., y pasó los siguientes seis años encadenado y exhibido públicamente como trofeo de guerra. En 46 a. de C. fue sacado de su celda y llevado por las calles de Roma durante una procesión en honor de César, y luego ejecutado en público por estrangulación. El propio Cayo César sólo vivió dos años más, porque fue ejecutado por un grupo de asesinos con dagas en 44 a. de C.
La participación militar abierta de USA en la Segunda Guerra Mundial duró 3 años y 8 meses, desde comienzos de diciembre de 1941 a comienzos de agosto de 1945. Los tribunales de crímenes de guerra en Alemania (en Nuremberg) y japoneses (en Tokio y Manila) para dirigentes políticos y militares ocurrieron entre 1945 y 1949. Los principales criminales de guerra alemanes fueron ejecutados el 16 de octubre de 1945 – 10 ahorcamientos en 3 horas y media. Siete importantes criminales de guerra japoneses fueron ejecutados en la horca el 13 de diciembre de 1948.
¿Qué podemos decir para caracterizar las ejecuciones mencionadas? Consideremos estas cuatro posibilidades:
1) En algunos casos, un grado de justicia y un cierto reconocimiento de “lecciones” históricas resultaron de los juicios y del castigo de criminales de guerra.
2) Semejantes ejecuciones son rituales triunfales de una elite del poder victoriosa, que la ejerce contra los derrotados.
3) Esas ejecuciones constituyen un teatro político para las masas, para distraerlas de sus numerosos sacrificios – especialmente durante las guerras – a la elite del poder.
4) Son utilizadas por la elite del poder para eliminar a miembros descartados de su propia clase que se han convertido en lastres políticos.
La actual Guerra de Iraq estalló en marzo de 2003 y ha durado 3 años y 8 meses (como la Segunda Guerra Mundial). La victoria en forma de una población iraquí dócil y una fácil extracción de los recursos naturales iraquíes – petróleo – ha sido difícil de lograr, así que nos han presentado gestos de poder – una cadena de “golpes” contra “terroristas” conocidos, que llevaron al mayor show de este tipo: la ejecución de Sadam Husein.
La ejecución de Sadam fue un ritual triunfal del poder de USA contra un pueblo iraquí ocupado – aunque todavía invicto – fue la decapitación política de la antigua elite iraquí, una demostración con el propósito de mostrar la subyugación iraquí al poder occidental. Pero, el fracaso abismal de los gerentes USamericanos de la Guerra de Iraq ha menoscabado cualquier posible valor propagandístico que la ejecución de Sadam pueda haber tenido con el público iraquí.
Más allá de su uso como teatro político para las masas, la ejecución de Sadam fue un espasmo de delectable barbarie dentro del club internacional de la clase dirigente, un ritual triunfal de una elite victoriosa contra un adversario derrotado de su propia clase. Fue un orgasmo de poder que aspiró a ser al mismo tiempo primario y estilizado como el tiro de gracia – sea un gato que muerde a través del cuello de su presa, o un teniente que dispara su pistola a la sien de alguien ejecutado por un pelotón de fusilamiento – pero resultó falto de gracia y caótico como el frenesí de un linchamiento.
Aquí, en la patria de los presuntos victoriosos, la ejecución de Sadam es utilizada como una distracción más del público y de los soldados, de los numerosos sacrificios que hacen al pagar y suministrar el personal para esta guerra de su elite.
Y finalmente, la ejecución de Sadam es un poco de indispensable puesta en orden de la casa por los gerentes de la guerra. Es la eliminación de la posibilidad de revelaciones dañinas por un antiguo confederado. Rumsfeld no es el único operador político que es relevado de cualquier peligro de revelaciones de Sadam.
El caso de Sadam evidencia lo que se precisaría para llevar ante la justicia a nuestros criminales de guerra no acusados. Si los marcianos, con un poder tecnológico y militar inmensamente superior, invadieran la Tierra, como en la novela de H. G. Wells “La Guerra de los Mundos”, y se dedicaran a reorganizar a USA porque creyeran que son más capaces de adjudicar nuestros recursos naturales y de organizar nuestro sistema de gobierno, ¿cuál sería nuestra reacción adecuada? Imaginemos que llegan en Platillos Voladores indestructibles incluso por nuestras armas nucleares, y que están armados con armas de rayos de calor dirigidos de un poder sobrenatural. Imaginemos que saturaran nuestras radios y televisiones con el mensaje “Hemos venido a liberar a la Tierra de toda guerra, a terminar con todo el hambre, la pobreza y la indigencia, y a asegurar que los humanos vivan indefinidamente de un modo sustentable en armonía con las condiciones naturales de la Tierra.” Entonces, imaginemos que organizaran juicios de crímenes de guerra de nuestra elite política. ¿Cuál sería nuestro deber moral y patriótico?: ¿hacer estallar artefactos explosivos improvisados ocultos (IED, por sus siglas en inglés] cuando las patrullas de Platillos Voladores pasan por nuestros vecindarios?; ¿lanzar cadáveres y frutos podridos a sus Policías Extraterrestres, esperando infectarlos con gérmenes terrestres letales-para-marcianos?; ¿resistir las represalias infligidas por abrasadores rayos de calor que volatilizan todo a su paso y continuar, a pesar de todo la resistencia?; ¿o sería nuestro deber hacer la paz, darnos cuenta que toda esta guerra, asesinatos en masa y resistencia son inútiles, que deberíamos rendirnos a un poder mayor y aceptar nuestros roles determinados (y tal vez vivir en reservas por ellos determinadas)?; ¿y que deberíamos realizar la voluntad de los nuevos gobernantes, incluyendo el enjuiciamiento y la ejecución de nuestros antiguos jefes supremos terráqueos? ¿Quién define el “deber,” el “honor,” y el “país?”
La ejecución de Sadam no fue una victoria para la gente que no forma parte de la elite imperial de Washington D.C. No cabe duda de que Sadam fue culpable de grandes crímenes, y cualquier tribunal verdaderamente independiente habría determinado que no merecía conservar su libertad. Una victoria para el público mundial habría sido un proceso judicial que hubiera exigido que Sadam revelara todos los detalles de su carrera, durante un encarcelamiento de por vida. Historiadores y fiscales en muchos países podrían trabajar con esos antecedentes para separar la verdad de las mentiras, y para permitir entonces que las numerosas agencias que componen nuestro sistema internacional de justicia persigan judicialmente a otros perpetradores implicados en el asunto.
La rápida ejecución de Sadam Husein no es simplemente “justicia del vencedor,” es una degradación que forma parte de una reorganización al estilo de la mafia, la eliminación de un capo caído en desgracia, para proteger a la elite del poder de toda revelación que pueda amenazar su control.
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Manuel García, Jr. es un físico que estudia el flujo de fluidos, electricidad y energía. Para contactos escriba a: mango@idiom.com
http://www.counterpunch.org/garcia12302006.html

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