Alfonso S. Palomares
En la Feria del Libro que acaba de celebrarse en El Cairo, el nombre de Averroes fue citado en varias ocasiones sembrando la polémica en relación con el debate referente al modo y a la posibilidad de conciliar islam y modernidad.
Averroes es el nombre latino del filósofo cordobés Ibn Rusdh , el gran intelectual de la corte de los Almohades (siglo XII), en donde fue coronado de honores y alabanzas para terminar desterrado y muriendo marginado en Marraquech.
La razón de sus desventuras fue su pensamiento crítico en relación con las tradiciones islámicas y las interpretaciones dogmáticamente literales del Corán y de otras escrituras sagradas. Averroes, en Córdoba, entre el Guadalquivir y la mezquita, apoyándose en Aristóteles , formuló el espíritu racionalista, adelantándose al racionalismo francés del Siglo de las Luces. Es curioso, la lógica de la racionalidad aristotélica que se extendió por Europa la fermentó Averroes en la Córdoba del esplendor. Algunos intelectuales musulmanes se reprochan el hecho de que Averroes haya influido más en otras culturas que en la suya propia.
Esta idea la acaba de poner sobre el tapete de la polémica el filósofo egipcio Hassan Hanafi , que durante los debates con motivo de la aludida Feria del Libro dijo de una manera clara: "Tenemos necesidad de Ibn Rusdh para cambiar la cultura de nuestra gente. Nosotros seguimos siendo prisioneros del pensamiento religioso. Occidente ha avanzado mucho en el progreso técnico porque se liberó de las coartadas religiosas y por eso pudo avanzar".
Esta reflexión no proviene de un pensador agnóstico o ateo, sino de un intelectual que se siente parte de la umma, la comunidad de los creyentes, ligado al patrimonio religioso e intelectual islámico y que nunca ha dado la espalda a las mezquitas. Hay una serie de nuevos pensadores islámicos de este corte y que quieren renovar la cultura islámica favoreciendo el desarrollo de una modernidad que permita un auténtico diálogo del islam con el resto de culturas y del mundo. Y, lo que es más importante, que la sociedad islámica se libere del pensamiento opresor de los radicalismos fanáticos.
Algunos de estos pensadores han sido condenados o empujados al exilio y otros han quedado reducidos al silencio dentro de sus propios países. En la Feria del Libro de El Cairo, a la que me vengo refiriendo, la gran estrella fue Mohammed Arkoun , catedrático emérito de Historia del Pensamiento Islámico en la Sorbona de París y arquetipo de la defensa del pensamiento laico en el mundo musulmán. Pronunció una conferencia bajo el título Sociología del fracaso de la modernidad intelectual en los contextos islámicos . Realmente, este fracaso está en no haber sabido liberarse de la opresión religiosa sobre el pensamiento, como predicó Averroes bastantes siglos antes que Voltaire. Por eso, la vuelta al pensamiento de Averroes significa el encuentro de un pensamiento liberador por parte de los intelectuales musulmanes, y esa es la apuesta de hombres como Arkoun, Abu Zayd y muchos otros. Incluso algunos de los que se atienen a la idea de que el Corán es la palabra de Dios sostienen que es también un documento histórico influido por las circunstancias sociopolíticas de la época, y como tal hay que analizarlo e interpretarlo. No existe un islam eterno, puro y desarraigado de la historia, sino que está contaminado por las circunstancias en que se produjo.
En áreas de la ortodoxia radical islámica se ha distorsionado mucho a Averroes , se ha creado un cliché del pensador cordobés en donde aparece como libertino, cínico y ateo. Cuando el verdadero perfil de Averroes era muy distinto: abrió una reflexión sobre las diferencias y rechazó el pensamiento totalitario y único basado en las revelaciones religiosas. Valoró el diálogo con "lo otro" y la posibilidad de escuchar sus razones y comprenderlo. Para él, la verdad tiene muchos caminos y son diversos los valores y los lenguajes. Una de las misiones de los intelectuales tanto del mundo islámico como del mundo occidental sería la de conocerse mejor.
Es muy significativo el debate que se acaba de abrir con ocasión de la Feria del Libro de El Cairo, aunque sea muy limitado y local, pero ha tenido una repercusión notable y la fotografía del laico Arkoun ha recibido los honores de la primera página en el diario Al-Ahram, uno de los periódicos más influyentes del mundo árabe. El pensamiento abierto y progresista de ciertos intelectuales árabes, al comenzar el siglo XXI, quedó yugulado por los atentados del 11 de septiembre y por la respuesta al terrorismo global que planteó George Bush .
En el mundo árabe e islámico había surgido una marea de solidaridad con Estados Unidos como nunca se había dado, pero la gestión ciega y belicista de Bush que siguió a los atentados ha alimentado una airada sima de odio contra Occidente, y, lo que es peor, ha facilitado la multiplicación de los fanatismos violentos en el mundo musulmán. La guerra de Irak, aparte de la bárbara carnicería cotidiana que supone, ha roto los equilibrios políticos y religiosos de Oriente Próximo, provocando el todos contra todos, y todos contra Occidente. Ha puesto difícil volver a Averroes, y, sin embargo, a Averroes hay que volver siempre.
* Periodista
miércoles, 28 de febrero de 2007
AVERROES, ISLAM Y MODERNIDAD
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