miércoles, 14 de marzo de 2007

CARTAS A CATALANISTAS PRESOS EN ANDALUCÍA.


Textos de Blas Infante.

Recopilado por: Al-Mansur Castillo Morón

Fuente: FORO ABEN HUMEYA.

INTRODUCCIÓN (1):
Algunos liberalistas se interesan acerca de la necesidad de mantener una relación con los demás autonomistas peninsulares. Por lo que a mí respecta, aprovecho esta oportunidad que me depara el que la anterior carta electoral no viene a ocupar el espacio acostumbrado por las que hubieron de precederla, para tener el gusto de publicar la correspondencia que tuve, durante estos últimos tiempos con hombres destacados en la política o en las letras catalanas.

1ª Carta a los Señores Consejeros de la Generalidad, cuando llegaron al Penal del Puerto de Santa María.

Señores Luis Companys y compañeros de la Generalidad Catalana en la Cárcel del Puerto de Santa María:
La llegada de ustedes a Andalucía nos tiene impresionados profundamente. Y nuestra reacción fluye, desde que vinieron ustedes, en la tristeza de una pena grande; cual es la de considerar que la verdadera Andalucía, restaurada en nuestro espíritu, quisiera alojar en sus mejores palacios a los hermanos ilustres de Cataluña; para quienes, por haber todavía Andalucía irredenta, se ha dispuesto actualmente una prisión en una de nuestras infortunadas ciudades.
Creo, señores, expresar el sentir de la Junta Liberalista de Andalucía ofreciéndoles con vehemencia cuantos servicios pudieran ustedes necesitar; esperando que con sencillez o libertad de hermanos dispongan ustedes de nosotros. Les remito unos libros por si les distrajese leer cual fue el pensamiento de nuestra Andalucía cuando España dijo con su palabra República, que quería llegar a se lo que fue y lo que realmente es a pesar del uniforme exótico con que la hubieron de vestir sus reyes, inspirados por normas extranjeras.
Aquellos individuos del Gobierno Provisional no pagarán nunca el mal que hicieron cuando llegaron a difamarnos y a perseguirnos con furia; preparando entre otros males este de que haya venido a abrirse en Andalucía una cárcel en vez de un palacio para alojar a nuestros hermanos del generoso país Catalán.
Salud y la Paz les desea respetuosamente su afectísimo.

2ª Carta a los mismos señores don Luís Companys, etc.

Espero que dentro de unos días irán a visitarles algunos amigos del grupo gaditano. Yo también quiero ir a saludar a ustedes.
Hablamos mucho de ustedes. Sufrirán mucho en esa cárcel, sobre todo con este horrible calor de Andalucía. Sufrimiento trascendente para la fecundidad catalana. La vida de Dios es el goce puro del sufrimiento por la fecundidad que es la alegría. El único enemigo de Dios es el dolor estéril de los que no sufren por ella.
Por tierras de España, ya lo sabrán ustedes, cada vez más intensa la guerra civil o su alma latente; recíproca e irreductible incomprensión. El infierno en España. Ya lo dijo nuestro antiguo Profeta: "El día en que un alma no comprenda a otra alma, este es el único infierno"(2) . Cuando perdimos Granada, salmodiaban nuestros mártires esta profecía que recoge el Cancionero de Palacio:
"Pobre España, sin ventura
Todos te deben llorar
Despoblada de alegría
Para nunca en tí tornar".

Acaso la alegría de todas las españas, y por consiguiente de la inmortal Cataluña, dependa de esa condición que, en relación con aquella profecía, se pudiera venir a simbolizar diciendo que la alegría o libertad de las españas, ha de ser coincidente con la resurrección de Granada, es decir, de Andalucía. Es una clave extraña, pero la fluencia de la España verdadera bajo capa de cinco siglos de historia fingida, de ser considerada con atención, tal vez la viniera a justificar.
Acuérdense, recuerden que hasta que no llegó a derrumbarse con Granada el baluarte postrero del puro vivir andaluz; nuestro asidero último a la libertad en el seno de la Patria común; hasta entonces no pudo comenzar a erigirse el estado político absolutista en España; y fue desde entonces, iniciado el proceso de la centralización determinante de una involución hacia el desvivir en cuanto a la existencia de los pueblos españoles.
Fíjense; está muy claro. Ningún pueblo español, muerta Granada, pudo evitar la vigencia en la península de la fórmula general renacentista Europea referente al absolutismo político: Del mismo modo; en la gran era hegemónica de Andalucía sobre el resto Ibérico. También hubieron de impedir el que la Europa uniformista siempre, activista siempre, asimilista siempre, llegase a implantar en España su fórmula política medievalista coincidente con el feudalismo. Y es que para que España sea España, se precisa de que dentro de ella aliente un genio o un pueblo que por ser diferente de Europa, evite, la absorción por Europa de España.
Y perdonen ustedes estas letras que acaso no sirvan para distraer ni para orientar. Sólo el fervor implica la alegría y excluye la necesidad de consuelo. Allá va la fe nuestra a fundirse fraternalmente con la de ustedes por la libertad verdadera de España.
Salud y la Paz les desea respetuosamente su afectísimo.

Poco después, además de los liberalistas del grupo gaditano, fuimos a entrevistarnos con los prisioneros del Puerto de Santa María, una representación de los liberalistas de Sevilla. Tuvimos la alegría de distraerles un poco, departiendo con ellos, a través de las rejas y de explicarles las especiales características de nuestra empresa, o lo que es igual, las particularidades de la inspiración andalucista, así como las de nuestros métodos o modos de nuestra acción.


3ª Carta al escritor catalanista señor Cases-Carbó

16-1-36. Don Joaquin Cases-Carbó.

Mi querido señor: El goce de ser en los demás se experimenta al saber que vive en los demás el pensamiento propio. Sea para usted ese goce por esta carta mediante la cual le comunico que ha llegado a vivir en mí su pensamiento, en correspondencia agradecida a la amabilidad que tuvo conmigo remitiéndome su libro admirable, el cual, capítulo tras capítulo, he aprendido con lectura seguida; sobre todo, los dos estudios que usted hubo de señalar, en su grata, a la preferencia de mi atención.
Nosotros, hemos practicado la táctica política. No hay más que una táctica: acomodación de la conducta política ( u ordenada al beneficio de la Comunidad), según las exigencias o permisiones de las circunstancias vigentes. Durante un cuarto de siglo hubimos de dirigirnos atentos a un aprovechamiento completo o exhaustivo de aquellas permisiones, elaboradas por nosotros mismos, o suscitadas por el azar, que a nuestra acción se iban ofreciendo. Pero, !con qué tacañería nos proporcionó el trabajo los medios de preparar las ocasiones, y la suerte nos brindó las oportunidades de avanzar sobre la tierra a nuestros anhelos de restauración!. Además: A todos los autonomistas peninsulares, salió al paso solamente una dificultad o prejuicio: el españolista. Contra nosotros, a más de este obstáculo, otros tres enemigos llegaron a oponerse, con tenacidad desesperante intentando obstruirnos definitivamente la posibilidad de abrir camino para nuestra marcha:
Primer enemigo: El prejuicio europeísta, contrario al devenir y, por consiguiente, a la acción política, referidos a la Andalucía auténtica. Hablar de restaurar, adecuándolas a las condiciones de los tiempos actuales, nuestras instituciones liberalistas de Al-Andalus, su ambiente cultural, su pensamiento acerca del mundo; su sentido de orientación vital; los únicos que pueden llegar a formalizar y a satisfacer, y a ordenar por cauces propios, el alma original de este pueblo. Esta pretensión tenía caracteres de sacrificio y, nuestras evocaciones, resonancias de blasfemia hasta para los mismos pseudo-andaluces creyentes todavía en la mítica creación de Europa-Arquetipo; modelo mesiánico o salvador de todos los pueblos de la tierra.
!Con cuánto sigilo tuvimos que deslizarnos en el desarrollo vigilante de una inspiración de complot siempre enmascarados con la careta pragmatista, midiendo palabras, disfrazando acciones, hasta llegar a preparar alma tras alma, para llegar a recibir sin escándalo, nuestras revelaciones, casi iniciáticas o comunicadas en tono de misterio! (3)
Segundo enemigo: Depresión de la psiquis andaluza:
Vosotros sois un pueblo de señores con relación a nosotros, pobre pueblo conquistado; estilo no europeo, a quien la dureza de la acción conquistadora asimilista, llegó a sugerir un concepto de sí mismo, coincidente con la creencia en la propia espureidad o en una inferioridad racial dimanante de un inexorable Destino; procedente de una fatalidad ineludible, escrita, para siempre y desde siempre, en un Decreto ineludible de la Naturaleza, ordenada por una necesidad del Cosmos o para el Cosmos.
!Si, hasta nuestra historia llegaron a enterrar con saña u odio jamás igualados por alguna empresa de coloniaje!. Como que nuestro mayor crimen era para Europa y, para España (triste instrumento de Europa, contra nosotros) precisamente nuestra gran Historia. Único pueblo peninsular a quien le fue interdicto hasta el goce del recuerdo. Único pueblo peninsular que tuvo que hablar un idioma cuya prosodia repugnaba a su garganta y a quien proscribieron hasta el alfabeto que contiene las grafías propias para representar los sonidos correspondientes a la constitución particular de su laringe, condenándole a usar un alfabeto extraño con el cual le privaron aún de la dicha de ver fotografiada su palabra verbal, en la escrita: único pueblo que no sabe nombrar a sus antepasados ilustres: Todavía, el nombre de andaluces, nos lo hubieron de conservar con repugnancia; gracias a que los europeos llegaron a encontrar para este nombre una germana o vandálica etimología: (Vandalusía) que viniera a desplazar, aunque disparatadamente, el idioma odiado. Vosotros conserváis la altivez de los pueblos vencedores porque en la anfictionía de esos pueblos hubisteis de formar contra nosotros. Y pudisteis, por esto, obrar con la seguridad de señores y con la firmeza de quien llega a actuar en su propio mundo, el cual, para vosotros, es el de Europa. Nosotros, sumidos en un mundo extraño, aherrojados secularmente, malditos y despreciados por la ortodoxia (no solamente religiosa) europea; castigados desde siempre, primero con hogueras, después con el hambre eterna, y siempre vejados, injuriados o escarnecidos; a contar desde aquellos tiempos de las pretendidas expulsiones, en las cuales nos cazaban como los espartanos a los ilotas; hemos tenido que avanzar, cautelosamente, después de asomar a la superficie con la timidez correspondiente al ánimo desconfiado, de quien, durante siglos, estuvo condenado a morar en escondrijos y a deslizarse por subterráneos.
Tercer enemigo: La pobreza del pueblo andaluz:
El verdadero pueblo andaluz es muy pobre. Nada tiene: Ni aún su tierra por donde vaga como un ciego. Nos lo quitaron. El pueblo andaluz, auténtico, es el pueblo jornalero o campesino pequeño terrateniente o colono de nuestros distritos rurales. Los pudientes, los amos de la tierra o los dueños de la industria o del gran comercio, son los descendientes de los capitanes de las mesnadas conquistadoras; o los inmigrantes de las montañas de Castilla o de Asturias, o de otras regiones españolas o del extranjero. ¿Quién de entre estos señores iba a sentir simpatía por nuestra empresa?. Al contrario; odio o desdén; !no nos iban a facilitar medios económicos para una labor contraria a sus intereses!. Y, así, sin más recursos que los que pudieron proporcionar con su trabajo, y sustrayéndolos a necesidades apremiantes de los propios hogares, profesionales liberales, empleados, industriales o artesanos y obreros modestísimos, poco pudimos caminar; aunque a nuestro entender, dado lo que esperábamos, hayamos avanzado mucho. Abrazados al jornalero, que es ir abrazados a Andalucía, ya sabíamos que habríamos de adelantar muy poco. El pudiente, nos ve marchar, lacerados por el dolor de conducir a nuestra madre hambrienta y atormentada; y como hoy dicen proletarios y obreros a los jornaleros que personifican la pureza de nuestra raza y la esperanza de nuestra Historia, creen que nos movemos, no impulsados por el anhelo restaurador de un pueblo que fue muy grande cuando era libre; sino por credos, sistemas o sectarismos de redención y tiranía de los pudientes. Y, perdone señor Carbó, que sin pensar se corrió el escribir. Dije que le remitieran algunos testimonios de nuestra táctica; correspondiente a los diferentes momentos de nuestra actuación; y, le agradeceré me diga, para mi tranquilidad, si los llegó a recibir, tal como yo lo encargué.
La Paz, y un saludo de su aftmo. Blas Infante.

(1) Del libro "Blas Infante: Perfiles de un Andaluz". pp.120-128, por los andalucistas Juan Antonio Lacomba, J.L. Ortíz de Lanzagorta y José Acosta Sánchez publicado por la Diputación de Málaga en su Colección Biblioteca Popular Malagueña nº 15, en 1.979?.
(2) Infante hace referencia a un Hadiz de los considerados auténticos; evidentemente Infante conocía bien el Islam y lo que es más en muchos escritos lo acepta como propio.
(3) Infante, vuelve a deslizar un concepto típico morisco la "Taqiya" o autorización que tienen los musulmanes y muy especialmente los morisco para no hacer público su sentido de la Trascendencia mientras viven sociedades donde peligraría su vida.

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