miércoles, 25 de julio de 2007

ETA EN ANDALUCIA: PARANOIA PELIGROSA


Un país que se siente amenazado adopta medidas preventivas, pero instalar un clima de paranoia colectiva (típico de los estados policiales), exhortando a los ciudadanos a ejercer de policías aficionados y delatar cualquier movimiento “sospechoso”, constituye una irresponsabilidad.

J.M. Álvarez (Para Kaos en la Red)

El descubrimiento, hace aproximadamente un mes, de un coche abandonado por ETA en Ayamonte (Huelva), con 130 kilos de material para fabricar explosivos fue calificado en su momento por medios afines al PP, como un montaje del PSOE. Podría parecer extraña esa afirmación si no fuera porque el PP está difundiendo la idea (por motivos electoralistas) de que la actual situación de alerta, ante un inminente atentado, forma parte de una estrategia psicológica del Gobierno destinada a demostrar a la opinión pública que, a pesar de las fracasadas ”negociaciones” de paz, el PSOE no es blando con ETA. Sea como fuere, el régimen de Madrid, consciente de que una cadena de atentados afectaría gravemente a la industria turística- una catástrofe para un país carente de tecnología propia- está creando un clima desmesuradamente alarmista.

El delegado del Gobierno en Andalucía, ha mostrado su inquietud porque ETA pueda estar asentada de manera permanente en la región, y ha efectuado un llamamiento a la colaboración ciudadana, pidiendo que todo aquel que tenga datos sospechosos los ponga en conocimiento de la Policía. Su declaración no es novedosa. Desde hace semanas, los medios de información están desarrollando un continuo despliegue informativo sobre el particular. Hace días, el periódico ABC apuntaba que las investigaciones señalaban que ETA podría tener una base estable en Sevilla. Otros medios dan por hecho que la organización armada vasca se pasea por la ciudad portuguesa de Faro, por Carmona (Sevilla) y por Granada, y advierten que sus miembros podrían estar utilizando los transportes públicos que conectan Sevilla con Barcelona, Madrid y Mérida.
Se han aumentado los controles de vigilancia en carreteras, hoteles, pensiones, viviendas de alquiler y toda clase de alojamientos. Recientemente la Policía Nacional protagonizó una intervención en una pensión granadina deteniendo a tres personas que, tras ser identificadas, fueron puestas en libertad. Propietarios de establecimientos de hospedaje han recibido órdenes de espiar y controlar a los clientes y de notificar diariamente a la Policía todos sus datos. Unas veces la Policía se interesa por alguna persona sin dar explicaciones, otras veces preguntan la procedencia de los autobuses que llegan a las estaciones a partir de las diez de la noche y así un largo etcétera ¿Qué dirían los próceres de la patria si una noticia como esta nos llegara desde Cuba o Venezuela?. Escupirían el gastado discursito sobre dictadura y libertad porque, al parecer, esos países deben estar amenazados por una especie de terrorismo “democrático”.

Estos métodos, destinados a regar eltemor en la sociedad, parecen copiados de Estados Unidos. Insuflar miedo entre los ciudadanos, nubla la razón y provoca comprensión frente a las injusticias, abusos de poder e incluso las torturas (que se aplican especialmente contra inmigrantes y sospechosos de pertenecer a ETA). De esta situación se aprovecha la oligarquía que ostenta el poder político, la cual extiende una cortina de humo para tapar la realidad de un régimen decadente, corrupto y fascista en esencia. Asimismo la estrategia resulta efectiva para estimular la delación arbitraria que provoca comentarios como ”Yo lo tengo claro, denunciaré a la poli a todo vasco que vea con cara de etarra. Que paguen justos por pecadores, me da igual” (sic).

ETA está presente como espada de Damocles que pende sobre la cabeza del régimen español, y así seguirá mientras que al pueblo vasco se le impida decidir sobre su futuro. Más temor que ETA provocan los millones de obreros explotados que trabajan en situación límite, jugándose el pellejo a diario. El año pasado, más de 1300 de ellos perdieron la vida en accidentes laborales, pero por desgracia no tienen detrás un lobby que despliegue una campaña de denuncia, capaz de provocar alarma social. Más asustan los centenares de miles de familias que no pueden acceder a una vivienda digna, los empleos en precario, los sueldos bajos y las pensiones de miseria mientras que, al mismo tiempo, los ricos son cada vez más ricos. Esa bomba si que va a explotar en España, tarde o temprano.
Cualquier país que se siente amenazado adopta medidas preventivas, pero instalar un clima de paranoia colectiva (típico de los estados policiales), exhortando a los ciudadanos a ejercer de policías aficionados y delatar cualquier movimiento “sospechoso”, constituye una irresponsabilidad. En el año 1981 un chivatazo costó la vida a tres jóvenes que se dirigían desde Santander hasta el pueblo almeriense de Pechina. La mala suerte quiso que el coche donde viajaban, sufriera una avería y tuvieran que alquilar otro en Puertollano (Ciudad Real). Un vecino, que había visto por televisión las fotografías de un comando de ETA- al que se le atribuía un atentado- los confundió y avisó a la Guardia Civil. Los jóvenes fueron detenidos y después de sufrir torturas, terminaron asesinados. El verdugo (ya fallecido) fue el teniente coronel Castillo Quero, un demente con pistola que alardeaba de su amistad con el Borbón. La paranoia ve fantasmas donde no los hay. Por eso resulta peligrosa.

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