viernes, 14 de septiembre de 2007

ENTREVISTA CON JOSÉ LUIS GUTIERREZ MOLINA -I PARTE-


Por: Enrique Cimiento y ApostoloZeno

Fuente: www.lisergia.net

El historiador José Luis Gutiérrez Molina es uno de los más prolíficos investigadores del anarquismo y de la historia social contemporánea de Andalucía. Ha escrito decenas de libros -el último, La tiza, la palabra y el papel, una biografía del maestro y anarquista gaditano José Sánchez Rosa-, pronunciado cientos de conferencias, asistido a innumerables congresos, publicado abundantes artículos y participado en diversos grupos de investigación. Actualmente, su labor investigadora se centra en proyectos dedicados a la recuperación de la Memoria Histórica, como la iniciativa de El Canal de los Presos. A principios de verano, Lisergia.net se tomó unos cafés con este erudito libertario y aprovechó para preguntarle sobre los orígenes del anarquismo en Andalucía, sobre el alcalde gaditano Fermín Salvochea, sobre la revolución española de 1936, sobre la vigencia de las ideas libertarias hoy día, sobre el movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica, sobre la "democracia" que se cocinó durante los años de la Transición y sobre muchas otras cuestiones. Tantas que la entrevista la publicaremos por entregas, como la Novela Ideal de los Montseny. Aquí va la primera parte.

ApostoloZeno: ¿De dónde proviene tu interés por la historia social y concretamente por el anarquismo?

José Luis Gutiérrez Molina: Yo estudié Filosofía y Letras, hice la especialidad en psicología en la Complutense de Madrid, y después hice el doctorado en Historia. A mi la historia siempre me tiró, y en aquel momento tuve además la suerte no de estudiarla sino de aprenderla por mi propio interés. Es decir, yo iba sólo a las clases que me interesaban, y no la estudié como carrera, no me preocupaba mucho la titulación. Por aquel entonces, por circunstancias personales, yo vivía en Madrid y en el año 87 me trasladé a Sevilla e hice el doctorado en Historia sobre el anarcosindicalismo andaluz.

Mi interés por la historia social venía también por mis inquietudes personales. Yo milité en la CNT entre el año 76 y el 82, en el sindicato de Enseñanza. En 1982 dejé de militar pero, de alguna forma, mi formación ideológica e intelectual está relacionada con el mundo libertario y siempre me han atraído esos temas.

ApostoloZeno: Además estaba el tema de la guerra civil y la revolución española de 1936, un tema que en aquellos años, una vez terminada la dictadura, volvía a salir a la luz, ¿no?

José Luis Gutiérrez Molina: En aquel período -estamos hablando de los años de la Transición, después de la muerte de Franco- uno de los temas estrellas fue el de la República y la guerra. Y dentro de ese tema, el papel que se le dio a las ideas libertarias en general, tanto al anarcosindicalismo como al anarquismo. En aquel momento, en que la CNT por ejemplo había resurgido como sindicato cuando no se esperaba, se estaba en una situación en la que, política y socialmente, no convenía que la CNT cuajara como sindicato. Dentro de la perspectiva de todo régimen político se necesitan siempre unos referentes, y los líderes de la transición española también los necesitaban. Como régimen democrático, el antecedente más inmediato era el régimen de la II República, y de ahí un poco toda la discusión de estos estudios. Pero claro, el régimen de la II República considerado desde un punto de vista de antecedente democrático en este régimen de democracia formal como el que vivimos. Y en ese sentido, el anarquismo no sólo no cuadraba sino que además fue considerado como uno de los causantes de la caída de la República. Es la historiografía que plantea que la República no acabó de consolidarse tanto por el extremismo de derechas como por el extremismo de izquierdas.

Mi primer trabajo, publicado en Madrid, fue “Colectividades libertarias en Castilla”. Lo que pretendía con ese libro era mostrar el aspecto constructivo de la revolución española. Porque, normalmente, al anarquismo en la revolución española se le asigna el papel de malo, es decir, los incontrolados, los que mataban, etc. Yo pienso que, como en toda situación de crisis y conflictiva y, como en toda obra humana, hay de todo. Pero que lo que en definitiva caracterizaría el papel de las ideas libertarias en la revolución que sigue al fracaso del golpe militar del verano del 36 es su aspecto constructivo y emancipador.

Esas eran mis motivaciones para escribir sobre el mundo libertario. Yo pensaba que el mundo libertario era y es el más maltratado en este aspecto. Por lo menos desde el año 76 hasta el 80 su despertar era visto con recelo, porque ponía en cuestión el modelo de transición que se había pactado. No iba a contar con ninguna de las ayudas ni simpatías culturales o intelectuales, ni por supuesto organizativas, del momento. En el sentido cultural, lo que había sido tradicional en el mundo intelectual español, donde el papel avanzado, de progreso, de modernidad lo habían ocupado las ideas anarquistas hasta 1936, a partir de los años 50 van a ser sustituidas por las ideas marxistas. Digo marxistas y no comunistas porque yo creo que fundamentalmente lo que influye en España no es el marxismo de la Unión Sovietica sino el marxismo de Inglaterra, de autores como Hobsbawn o de los sectores de la Escuela de Annales Francesa como Marc Bloch o Lucien Febvre. De manera que todos los que entonces eran PNN, Personal Interino Universitario, jóvenes leones que son los que hoy día en muchos casos ocupan las cátedras universitarias, habían tenido una educación de carácter marxista o comunista y no la tradicional de influencia libertaria como había sido en España.

ApostoloZeno: ¿Cuáles fueron los detonantes que propiciaron el estallido de la revolución social de 1936?

José Luis Gutiérrez Molina: Fue precisamente el fracaso del golpe de estado -ya que aunque los sublevados del 36 terminaran siendo victoriosos en abril del 39, el hecho es que el golpe de estado fracasa, puesto que logra triunfar en una serie de ciudades y regiones de España pero es derrotado en otras - el que desencadena la revolución que en teoría venía a sofocar, puesto que en la primavera del 36 en España no había una situación de carácter revolucionario. Lo que había era una vuelta a los primeros valores de transformación con los que vino la República, es decir, se esperaba un cambio. La sociedad española tenía necesidad de una serie de transformaciones. Y la profundidad de esas transformaciones iba a depender de quiénes las hicieran. Tras el triunfo del Frente Popular, lo que se iba era a retomar con una mayor velocidad y una mayor profundidad las reformas que se habían planteado durante la república de 1931.

ApostoloZeno: ¿Qué reformas?

José Luis Gutiérrez Molina: Por ejemplo la reforma agraria, por hablar de un tema andaluz. La reforma agraria, que venía a ser una de las grandes cuestiones que la II República en teoría venía a solucionar, había empezado como una de las grandes prioridades. Entre 1931 y 1933 la reforma agraria había sido mínima, de tal manera que al ministro de Agricultura de aquel momento, que precisamente era de la Izquierda Republicana, Marcelino Domingo, se le llamaba de broma en la prensa el “ministro homeópata”, puesto que iba a hacer una reforma agraria en pequeñas dosis, como las pastillas de los homeópatas. Eso en la primavera del 36 ya no es así. No solamente es el mundo libertario el que está presionando para que las reformas se hagan con mayor velocidad y mayor profundidad sino que además son también sectores del propio Partido Socialista, fundamentalmente las secciones agrarias de la UGT, los que están diciendo “o se hacen las reformas agrarias con mayor velocidad o las hacemos nosotros”. Y eso es lo que explica que entre febrero, marzo y abril del 36 se produjeran ocupaciones de tierras organizadas por la propia UGT para de alguna forma presionar al gobierno.

Es decir, había una situación de volver, entre comillas, al 31. Pero nada más lejos de una situación de carácter pre-revolucionario. Entre otras razones porque quien podría haber encabezado o haber tenido esos planes de carácter revolucionario, que era la CNT, en aquel momento no sólo no los tenía sino que estaba dedicada fundamentalmente a reorganizarse. La CNT había sufrido toda la represión, parte de ella producto de sus propios planteamientos revolucionarios de enero y diciembre de 1933, con los dos grandes intentos insurreccionales anarquistas. Después en el 34, durante la revolución de octubre en Asturias, había empezado a tener problemas. Por un lado por la propia radicalización de la UGT, que le empezaba a hacer digamos competencia en sectores tradicionalmente anarcosindicalistas, como el mundo agrario andaluz por ejemplo, y por otro lado, por el desarrollo del hasta entonces prácticamente inexistente comunismo español.

ApostoloZeno: Por aquel entonces el Partido Comunista era totalmente minoritario en España, ¿no?

José Luis Gutiérrez Molina: El Partido Comunista Español era un grupo marginal en 1931 y va a empezar a tener un cierto desarrollo precisamente a partir de 1934. En ese año la CNT, y anarcosindicalismo en general, queda marginado de la preparación de una huelga general en el caso de que entrase el partido de extrema derecha, la CEDA, en el gobierno. El Partido Socialista se oponía a que la CEDA tomase el poder porque tenía como referencia más inmediata lo que había pasado en Alemania, y sobre todo lo que había pasado en febrero del 34 en Austria. Es decir, cuando muchas veces los historiadores éstos neofranquistas, los revisionistas tipo Pío Moa o César Vidal, dentro de un intento de justificación del golpe de estado, lo que hacen es retrotraer el comienzo de la guerra civil no al momento del fracaso del golpe estado de 1936 sino a la ruptura democrática que se produce con la huelga de octubre del 34, lo que hacen es una especia de falsificación histórica.

ApostoloZeno: ¿Qué ocurrió en octubre del 34?

José Luis Gutiérrez Molina: En 1934 el Partido Socialista organiza una huelga general que en Asturias tiene un carácter revolucionario, a pesar del propio Partido Socialista, y en Cataluña es aprovechada por los sectores independentistas para proclamar el Estado Catalán. Pero lo que fundamentalmente tiene el Partido Socialista es una reacción de autodefensa. Ellos han visto cómo las dos grandes socialdemocracias en las cuales se fijaba toda Europa, las más fuertes, las prácticamente indestructibles -por número de afiliados, por capacidad económica, por tradición, representación parlamentaria, por cuota sindical- como era la socialdemocracia alemana y la austríaca, habían sido liquidadas por el ascenso del nazismo. Hitler gana las elecciones y empieza a hacer una política dictatorial utilizando las propias herramientas que ofrece el estado de derecho para poner fuera de la ley no solamente a las organizaciones anarquistas o comunistas, como pasa primero en Alemania, sino a la propia socialdemocracia. Es lo que inspira los versos de Bertoldt Brecht de “primero vinieron a por los comunistas pero como yo no lo era…”.

Los socialistas españoles tenían esa referencia, y sobre todo la referencia de lo que había pasado en Austria en el 34. En febrero del 34, dentro de la política hitleriana de Anschluss, es decir, de anexión de Austria, la socialdemocracia austriaca es aplastada a sangre y fuego en los sucesos de febrero del 34 y en el asalto a la Karl Marx Hof de Viena, que era un barrio de viviendas, símbolo de la fuerza de la socialdemocracia en Austria, donde estaba la sede del partido y de los sindicatos socialdemócratas. Esto va a ser tomado por el Partido Socialista español como un segundo aviso de lo que podría ocurrir en el caso del ascenso del fascismo en España. Entonces, ante la posibilidad de que un partido financiado por el fascismo italiano como era la CEDA española, instrumento de los elementos fascistas y más reaccionarios de la sociedad española, tome el gobierno, los socialistas piensan que, bueno, si la II República va a dejar de ser un régimen democrático y por tanto de tener legitimidad, hay que impedir la entrada de la CEDA en el gobierno para que la república siga siendo un proyecto democrático de carácter reformista.

Tanto la CNT en 1933 como el Partido Socialista en 1934 salen muy debilitados de estos fracasos, insurreccionales por un lado de la CNT y de defensa del carácter reformista del régimen republicano por parte del Partido Socialista en octubre del 34. En la primavera del 36, a lo que se dedican estas organizaciones es a reorganizarse. En el caso del PSOE a reorganizarse más estratégica y tácticamente que organizativamente. A la CNT le interesa más reorganizar sus sindicatos, muchos de los cuales llevaban clausurados y cerrados desde 1933, y por tanto una organización no clandestina sino de masas como era la CNT no podía funcionar si no estaban abiertos los locales. Su primera intención era reorganizarse y también limar o cerrar la herida que había supuesto la escisión que habÌa sufrido en el año 32 con la creación de los sindicatos de oposición.

Es decir, que en la primavera de 1936 no existía una situación prerevolucionaria, no había una conspiración de carácter revolucionario de ninguna clase, que es lo que esgrimen los fascistas para justificar el golpe. Los golpistas del 36 dan el golpe de Estado, fracasa y con el fracaso provocan el proceso revolucionario en las zonas donde han sido derrotados.

Enrique Cimiento: A mi me pasa una cosa. Yo, como licenciado en Letras, he tenido que estudiar la historia de España varias veces, aparte de todos los documentales que nos ponen sobre el tema. A mi me dejó frío cuando, terminada la carrera, leí Homenaje a Cataluña de George Orwell y me enteré de que hubo una revolución. Porque hasta entonces, con toda mi carrera de licenciado y todo, yo nada más que veía guerra civil.

José Luis Gutiérrez Molina: Esto enlaza con lo que os estaba contando antes. Mis inquietudes por hacer historia en los años 70 y 80 era poner de manifiesto estas cuestiones de las que os he hablado antes del proceso revolucionario. Que el proceso revolucionario no hay que confundirlo únicamente con los excesos que se cometieron. Hubo excesos, claro que los hubo, pero también hubo un proceso de transformación revolucionaria que, independientemente de que triunfara o fracasara finalmente, yo creo que cualquier país donde la democracia fuera auténtica, donde hubiera un auténtico enraizamiento ciudadano, con una ciudadanía culta política y socialmente, sería reivindicada por el propio estado democrático como el último intento profundo en Europa por hacer una sociedad más justa, más igualitaria...en definitiva una sociedad donde la población viva mejor. Un intento comparable a la revolución francesa de 1789, con todos sus excesos, y a la revolución rusa de 1917, con todas sus luces y todas sus sombras.

Hoy día ni siquiera la extrema derecha francesa, por ejemplo, renuncia a la bandera tricolor. Y debajo de la bandera tricolor podrían sacar toda la sangre de aristócratas, frailes, curas, etc. que fueron pasados por la guillotina. Sin embargo la derecha francesa no reniega de la bandera ni la Marsellesa, ni dice que son símbolos que sólo representan a una parte de la sociedad o que representan la sangre, la venganza y el odio. Eso en cambio en este país, entre otras razones por el corte brutal mental que supuso el franquismo, no pasa.

La dictadura franquista no fue solamente una época negra por su brutalidad sino también porque produjo, por su duración, un corte mental y cultural en la sociedad española anterior a los años 1936-1939. Y educó a toda una generación bajo sus principios. Porque queramos o no somos hijos del franquismo; vosotros quizá ya no lo seáis. Pero yo, y la gran mayoría de la dirigencia política de este país, somos hijos del franquismo.

ApostoloZeno: Y eso debe pasar factura.

José Luis Gutiérrez Molina: El modelo de partido que existe en la actualidad en España es un modelo cerrado donde los diputados teóricamente -y legalmente también- son depositarios de la voluntad popular. El diputado es el depositario, y no el partido por el que se presenta. Sin embargo toda su actividad va a estar condicionada por que los comités electorales de los partidos, las burocracias de los partidos, les permitan volver a seguir siendo diputados, con lo cual se genera, digamos, un secuestro de la voluntad popular. Es decir, el diputado no responde al votante, el diputado está los cuatro años pensando y mirando si el comité ejecutivo del partido o los sectores predominantes en su circunscripción, lo van a volver a presentar como diputado.

El propio sistema electoral más desconfiado con el votante no puede ser. Son listas cerradas y listas de partido. El votante no puede presentar su voluntad ni siquiera desde el punto de vista de la democracia burguesa. No puede permitirse decir, bueno, de éste partido me gusta fulanito y menganito y de este otro zutanito, sino que se da todo el poder al partido. Eso desde el año 76 al 79 no fue casualidad que se hiciera así. Los partidos eran débiles, no existía confianza clara de cómo se iba a desarrolar y a consolidar el régimen de la monarquía parlamentaria, y lo que se pretendía era que el proceso estuviera lo más controlado posible. Y una forma de controlar el proceso era hacer listas cerradas y hacer fuertes a las burocracias de los partidos.

Sería una labor historiográfica muy instructiva leer las actas de las sesiones del Congreso, las intervenciones de los diputados, y de esas intervenciones ver cuáles tienen un carácter, como se diría antiguamente, de diputado carretera. No sé si sabréis que durante la Restauración a una serie de diputados, cuneros o no (elegidos por el cacique de turno o no), se les llamaba los 'diputados carretera', porque nada más que intervenían en el día que tomaban posición para decir: "yo vengo aquí a defender la contrucción de la carretera de Conil a Medina", porque era diputado por la circunscripción de Medina, por ejemplo. Y una vez que se terminaba la legislatura (normalmente no se había construido por supuesto la carretera) en campaña electoral volvía a decir: "y qué pasa con mi carretera". Hoy en día ni siquiera eso sería factible. Los diputados están mirando más a los comités electorales de los partidos que a los propios electores.

¿Cuántos diputados tienen oficinas electorales? Sería una pregunta electrónica que yo les haría a los diputados. Es decir, aparte de las oficinas electorales de su partido, como parlamentario cuántos tienen oficina propia. Cádiz no sé si tiene nueve diputados, pues ¿cuántos de ellos tienen oficina parlamentaria propia donde el votante pueda acudir los viernes de 5 a 7 de la tarde para decirles que en la calle Rochester hay un hueco de un árbol en el que se están cayendo todos los viejecitos que pasan por ahí, por poner un ejemplo? En todo caso, va al partido o le manda un correo electrónico, pero este contacto como pueda existir en otras democracias aquí no existe.

Y esto refleja un poco el carácter controlado que tuvo la transición española, el carácter de poca formación de la ciudadanía y del mantenimiento de una sociedad que en pocas ocasiones piensa en su propia configuración, en su propio ser más allá de las cosas inmediatas, que si tengo trabajo o no tengo, que si tengo vivienda... cosas que son importantes, pero además hay que reflexionar sobre el propio valor del régimen en el que vivimos, y por lo tanto introyectar o meterse dentro los propios valores democráticos.

Un ejemplo de eso: se dice que España no es monárquica, que es juancarlista. Pues es debería ser preocupante porque eso lo que te va indicando es un accidentalismo tal, que quienes son hoy juancarlistas mañana podrían ser pepistas, y si pepista es un republicano pues habrá una república. Es decir, es una sociedad con poco fondo. Dentro de ese poco fondo una de las grandes renuncias fue a la recuperación de los valores anteriores a la dictadura. Todo este proceso que se llama ahora de la recuperación de la memoria histórica no es casualidad ni ha sido obra maligna de Rubalcaba, que cuando estaba en la oposición el PSOE le quería hacer mucho daño al gobierno del Partido Popular, aunque lo hayan utilizado políticamente. Sino que también forma parte de un reflejo de sectores de la población que no están dipuestos a seguir soportando una serie de carencias o de silencios.

ApostoloZeno: ¿Cómo se origina todo este movimiento para la Recuperación de la Memoria Histórica?

José Luis Gutiérrez Molina: No se origina por una decisión partidaria de los grupos de oposición o por una forma estructurada de grupos más allá del sistema parlamentario, sean comunistas, anarquistas, socialistas, cristianos, autónomos... Sino que fundamentalmente surge de iniciativas individuales y particulares. Emilio Silva, el actual presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, lo que pretende en un primer momento es rescatar los restos de su abuelo, porque le había prometido a su abuela que no se iba a morir hasta que supiera donde estaba enterrado. Y como ése hay miles y miles de casos.

Eran personas a las que desde el año 77 en adelante se les negó esa posibilidad por no poner en riesgo la Transición, por hacer tabla rasa y decir, bueno, todos fueron iguales. Y eso no, en el 36 no todos fueron iguales, por muchos asesino que hubiera dentro de la CNT o del PSOE o del PCE. Hubo excesos y asesinatos en la zona revolucionaria, o en la zona republicana, como queráis llamarla, pero desde luego no es comparable con el daño causado por los sublevados. No es algo cuantitativo, no es numérico, sino estructural. Los sublevados del 36 tenían planeado la liquidación total de todo ese conglomerado cultural y social, y ahí se incluye todo, desde la educación a los partidos pasando por los sindicatos, que en un momento determinado ellos pensaban que podían poner en cuestión ese estado de privilegios de unos y explotación de otros que existía. Y por lo tanto se dedicaron no solamente a asesinar a sus cabezas más destacadas, y de camino al que en muchas ocasiones se les puso por delante, sino que se propusieron exterminar todo ese mundo.

Todas estas personas están intentando ahora hacer lo que entonces no se hizo, o que si se hizo no se le dio publicidad. Porque ahora mucha gente que participa en esto de la memoria histórica se está encontrando con que se hicieron muchas más cosas de las que parece entre 1976 y 1982, por poner una fecha. Lo que pasa es que nadie las conocía. Entonces eso ha vuelto. Lo que en principio fue una serie de iniciativas personales de carácter casi de catarsis, de cerrar el duelo familiar, ha acabado convirtiéndose en un movimiento que incluso pudo ser hasta utilizado políticamente dentro de la oposición a los gobiernos de derecha del Partido Popular.

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