lunes, 20 de noviembre de 2006

ANDALUZ: ¿LATIN O ARABE?


Roberto Manzano

La búsqueda de la verdad, es un camino largo, lleno de obstáculos y de trampas, puestas por aquellos que quieren hacer prevalecer sus prejuicios sobre la realidad de las cosas.
Allá por los años setenta del pasado siglo, un grupo de andaluces, encabezados por Abderrahman Medina, comienzan a escarbar en la historia de Andalucía, sobre las líneas maestras que nos dejara nuestro querido Blas Infante, encontrándose con una historia fascinante, por lo diferente con la que nos habían contado en las escuelas, que venía a confirmar lo que tantos andaluces intuíamos: las mentiras de la historiografía oficial para dar cobertura a intereses de índole política, cultural y religiosa, que nada tienen que ver con los intereses de los andaluces ni con la verdad de nuestra historia. Para ello fue importante el descubrimiento de un libro que permanecía secuestrado por la editorial que lo publicó en castellano, pero que nos llegó en su edición francesa. Me estoy refiriendo al libro de Ignacio Olague `La revolución Islámica en Occidente’, libro que nos abre las puertas del abismo existente entre la realidad de una historia andaluza genuina y las mentiras de siglos contadas por nuestros colonizadores. Sobre la base de los argumentos de Olague de la no invasión árabe de la península y de la entrada del Islam en Andalucía por la aceptación de esta idea-fuerza, en contraposición con el cristianismo Trinitario impuesto por la dinastía visigoda, en conflicto con el Sur de mayoría unitario-arriano, se ha configurado una historia de Andalucía más cercana a la realidad de los hechos acaecidos en la península Ibérica en el siglo VIII, y con una base científica y lógica mucho más fuerte.
Esta visión de la historia argumentada excepcionalmente por Olague, nos ayudaría a comprender a un hombre que basó su interpretación histórica en su extraordinaria intuición: Blas Infante. Las intuiciones de Infante quedaron demostradas por Olague. Ya no era Infante un soñador que idealizaba Al-Andalus, sino el precursor de unas teorías que han cambiado la historia de Andalucía. Olague nos ayuda a comprender a Infante y a su visión Orientalista de Al-Andalus.
La difusión de esta obra de Olague y los escritos, estudios, conferencias y publicaciones de Abderraham Medina, tildados de ‘tonterias’ y de ‘locuras’ en un principio, por parte de las instituciones y de los representantes de la ‘oficialidad’, además de por esos partidos políticos denominados ‘nacionalistas andaluces’, compuestos en su cúpula por representantes de la burguesía Sevillana, y que no querían oír hablar de una Andalucía ‘mora’, consiguen, tras más de treinta largos años, que estas teorías sean admitidas por la mayoría de los estudiosos del tema, e incluso por los partidos políticos de corte ‘nacionalista’, llegándose el caso, a ser teorías-dogmas para los que se autoconsideran como la ‘vanguardia intelectual’ del nacionalismo andaluz, aunque ya veremos como estos mismos ‘intelectuales del andalucismo’ urden la trampa para invertir esta situación.
Tas admitir las teorías de Olague (por influencia de los grupos más activos del nacionalismo andaluz, inspirados por Abderrahman Medina), intentan darle la vuelta a la tortilla mediante la elaboración rocambolesca de las teorías lingüísticas defendidas por estos individuos que pretenden hacernos tragar con ‘ruedas de molino’ de una Andalucía de influencia e inspiración ‘romana’, acorde con lo que consideran más conveniente para un ‘nacionalismo andaluz’ de imitación ‘Catalan’ y de corte ‘Occidental’, frente a ese nacionalismo de Blas Infante, genuino, propio del carácter y la cultura andaluza, y de un marcado carácter ‘Oriental’, tal y como lo podemos comprobar en toda la obra de Infante.
Para que estos objetivos lleguen a buen fin, necesitan quitarle al andaluz la influencia del idioma ‘arabe’, provocando un salto en el tiempo desde el Imperio romano hasta la conquista Castellana. Nuevamente nos niegan la historia, aunque esta vez en el campo cultural y linguistico, negando la influencia del idioma árabe en el idioma hablado actualmente en Andalucía. Lo que hablamos en Andalucía hoy es la evolución del idioma que hablaban la mayoría de los habitantes de Al-Andalus, es decir, el Latín. ¡Ya empezamos con la lata del Latín!, para justificar un ‘nacionalismo andaluz’ de corte Occidental, a imagen y semejanza de las modas impuestas por los avatares políticos.
Estas ideas del andaluz latinizado, se basan en dos mitos fundamentalmente: en el mito de que en la Andalucía romana todo el mundo hablaba el latín y en el segundo mito, el de que en Al-Andalus hablaban el árabe solamente las clases dirigentes, hablando el resto Latín, que se mantuvo tras la caída del Imperio Romano y de la administración Visigoda.
En el caso del latín, está suficientemente documentado por las fuentes romanas, la poca latinización de la población hasta el último periodo de la colonización romana en el que para ser considerado ciudadano de Roma, era necesario demostrar hablar latín. Las ciudades, consiguieron latinizarse, quedando las zonas rurales al margen de este proceso y manteniendo sus idiomas prerrománicos, posiblemente de origen bereber como lo demuestra la toponimia de muchos de nuestros pueblos, concretamente y como ejemplo, podemos citar a cantidad de pueblos alpujarreños. Este idioma de origen bereber, con la incorporación de vocablos latinos, es el idioma hablado por una gran parte de la población, sobre todo en las zonas rurales. Crónicas de la época, concretamente las aparecidas en un libro del filósofo cordobés Virgilio, nos demuestran la poca penetración del latín en Andalucía. Había dos formas de hablar latín: una ‘latinun circa romançum’, o latín romanceado, que entendía la mayoría de la población, y el ‘latinum obscurum’, hablado exclusivamente por clérigos y por la administración romana.

A partir del siglo VIII, el eje de la política y la economía de la zona Mediterránea gira hacia Oriente, donde la revolución islámica estaba desarrollando nuevas formas de civilización, imponiendo sus ideas-fuerzas ante el decaído Imperio Romano. Andalucía mira hacia Oriente, iniciando el proceso de arabización, que posteriormente daría lugar a la islamización. Andalucía habla árabe. El comercio, la tecnología, las modas, vienen de Oriente, y los nuevos tiempos son aceptados rápidamente por cristianos, musulmanes y judíos, que hablan y escriben en la lengua del Korán. Con la islamización, también llega la alfabetización de la mayor parte de la población. Para los que no conozcan el Islam, les comento la gran importancia que los musulmanes conceden a la alfabetización, con el objeto de que todo musulmán pueda leer e interpretar el Korán. En tiempos del profeta Muhammad, cuando un enemigo caía prisionero, podía ser liberado si enseñaba a leer y a escribir a diez musulmanes. Desde el inicio del Islam, podemos ver la importancia que se le concedía a la alfabetización de la población, por lo que es impensable que una sociedad de mayoría musulmana como la andalusí no hablara mayoritariamente el árabe. Si la mayoría de la población no conocía el árabe, sería imposible dar la cantidad tan impresionante de sabios en todas las ramas de la ciencia y del pensamiento que dio Al-Andalus y que escribían en lengua árabe. La mayoría de documentos cristianos y judíos de la época, también están escritos en árabe, lo que demuestra lo extendido de este idioma entre la población, independientemente del credo religioso. La teoría de la poca arabización de Andalucía, no es más que el burdo intento de restar importancia a la influencia andalusí e islámica en la cultura andaluza actual para favorecer la idea de la Andalucía romana. Nuevamente, los prejuicios y la islamofobia de algunos de los que se denominan ‘nacionalistas andaluces’ salen a la luz, renegando de un pasado que no está muerto, que tal como dijo Blas Infante, corre como río subterráneo, esperando un momento de libertad para salir a la luz. Lo queramos o no, nuestra cultura y nuestra forma de hablar está determinada por ocho siglos de habla y escritura arábiga y por milenios de lenguas semíticas como el tartesico y el bereber, que han configurado en la población unos usos fonéticos mantenidos durante milenios y aplicados a cualquier idioma hablado en Andalucía, incluido lo que denominamos ‘español’. La adaptación al árabe de la población andalusí, no debió ser traumática, por el sustrato idiomático semita de sus lenguas tradicionales prerrománicas.
Con el paso del tiempo y la progresiva arabización de Andalucía, el latín se debió de ir perdiendo, tal y como nos comenta el profesor Federico Corrientes, cuando nos habla de los idiomas utilizados en Al-Andalus: el árabe y el denominado ‘romance andalusí’, dialecto del árabe con la incorporación de vocablos latinos y prerrománicos.
Si en tiempos de la colonización romana de Andalucía, la mayoría de la población no hablaba latín, tal y como nos comenta Virgilio, sino el denominado ‘latinun circa romançum’, muy diferente del latín, lengua que no comprendía la casi totalidad de la población andaluza, ¿Cómo es posible que después de perderse el latín como ‘lengua de poder’ y después de ocho siglos de lengua arábiga, se siguiera hablando latín o un dialecto del mismo en Andalucía?
Si el idioma español tiene una gran cantidad de palabras prestadas del árabe, ¿Cuántos vocablos árabes tendría la lengua romance andalusí? La gran cantidad de vocablos árabes en el romance andalusí, nos hace pensar y darle la razón al profesor Federico Corrientes en el sentido del origen árabe del dialecto andaluz y no latino, aunque algunas palabras del mismo permanecieran en los usos corrientes.
Cuando los defensores de la latinización del andaluz, nos proponen recuperar los vocablos ‘andaluces’ insertos en el idioma andaluz, nos dan una lista de palabras, que para sorpresa del personal, son todas procedentes del árabe.
El subconsciente les traiciona, dando por andaluzas todas las palabras árabes insertas en el idioma español.¿ No han encontrado ninguna palabra latina-andaluza en el idioma español? ¡Qué casualidad!.
Blas Infante, hablaba de la importancia de la lengua árabe para conocer la historia andaluza:

‘Tan encerrada quedó esa cultura, tanto odio y tanto desprecio impotente se llegó a arrojar sobre su memoria que ¡Cuánto trabajo nos ha costado a los investigadores empezar a imponer a los científicos de Europa verdades que con el instrumento del árabe se encuentran casi a flor de tierra!

Prueba de la importancia que le concedía a esta lengua, como instrumento para recuperar nuestra cultura y como medio de comunicación con los andaluces de la diáspora andalusí, es su labor docente en los Reales Alcázares de Sevilla, en los que impartía clases de árabe con gran éxito, por ser un gran conocedor de este idioma, además de publicar una revista en español y árabe.
Para Blas Infante, el lenguaje andaluz, no puede ser expresado en grafía latina, por tener sonidos que no pueden ser representados de esta forma, al no ser la fonética andaluza de influencia latina, sino semítica. Por ello, Blas Infante recurría a la grafía árabe para expresar los fonemas andaluces:

‘El lenguaje andaluz tiene sonidos los cuales no pueden ser expresados en letras castellanas. Al alifato (alfabeto árabe), mejor que al español, hay necesidad de acudir para poder encontrar una más exacta representación gráfica de aquellos sonidos. Sus signos representativos hubieron los árabes de llevárselos con su alfabeto, dejándolos sin otros equivalentes en el alfabeto español. Tal vez hoy alguien se ocupa en la tarea de reconstruir un alfabeto andaluz.’
Blas Infante, cuando escribe en ‘andaluz’, pocas veces lo hace con grafía latina. Utilizaba grafía árabe para escribir en andaluz, como lo demuestran muchos de sus ‘inéditos’ y el ‘documento’ que más fielmente recoge todo su pensamiento y su sentir: su casa de Coria del Río: Dar-al-Farah, como él le llamaba en lengua árabe. Sus paredes recogen su pensamiento sobre la forma de escribir en andaluz: con grafía árabe, o lo que llamamos ‘aljamiado’.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sencillamente, genial.
Ojalá que le enseñasen ésto a los niños en los colegios de Andalucía, en vez de decir esa barbaridad de "Es que los andaluces hablamos muy malamente, que nos comemos la mitad de las letras". Claro, como que el castellano no es nuestro idioma, sino que se nos impuso a la fuerza.

Anónimo dijo...

Lo de que la fácil islamización de la península ibérica( no solo de Andalucía) fue debido a las creencias arrianas previas totalmente de acuerdo. Ahora bien, hay varios errores importantes. En primer lugar las lenguas prerromanas que se hablaron en la península no eran semitas( ni las celtas, ni el íbero, vasco..) salvo el fenicio. El hebreo supongo que llegaría con comerciantes judíos ya en tiempos romanos. Y desde luego el bereber NO es una lengua semítica. Esa afirmación es una salvajada. No tiene nada que ver con las lenguas semíticas