miércoles, 27 de diciembre de 2006

NADA QUE CELEBRAR


Rafael M.Martos
Director 'Diario de Almeria'

Parece que los dos partidos mayoritarios de la capital, el PP y el PSOE, se han puesto de acuerdo para que el 26 de diciembre, el “Día del pendón”, vuelva a ser festivo. La pregunta es qué hay que celebrar en este día para que tengamos convertirlo en fiesta, más de que es el siguiente a Navidad.
Quizá la limpieza étnica a que fue sometida Almería hace quinientos años deba ser digna de aparecer en los manuales de historia, pero desde luego no debía ser motivo de celebración.
No se trata de querer darle la vuelta a la historia, y mucho menos compartir la patética idea de “alianza de civilizaciones” del presidente Zapatero, se trata sencillamente de aplicar la razón... y también el sentimiento.
Cuentan las crónicas de la época que el expansionismo de los Reyes Católicos era de carácter religioso, étnico, cultural y político. Les sobraba todo aquel que no fuera de su raza, de su religión o se expresara como ellos.
Así, quisieron echar al mar a los almerienses que tenían otra raza, otra religión y otra cultura, y ese era su único pecado. Habían nacido en Almería de padres almeriense, tenían abuelos y tatarabuelos almerienses, y así hasta seis o siete generaciones arraigadas en esta tierra; y acabaron siendo masacrados o desterrados por no tener la religión, la raza y la cultura de sus conquistadores. Curiosamente, los descencientes de esos conquistadores se autodenominan “de Almería de toda la vida” cuando apenas llevan dos, tres o cuatro generaciones aquí. Bueno, para eso están los historiadores que empezaron a escribir “para atrás” la historia, contando no lo que pasó (lo hicieron los cronistas), si no evocando unos hechos sobre los que construir un imperio AMDG.
Se trata de reconocer que esta celebración se hace contra una parte de nuestra identidad, contra una parte de nuestra historia, precisamente además contra la que luego más nos gusta exhibir ante quienes nos visitan.

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