martes, 2 de enero de 2007

GRANADA, ESPEJO DE LA MEMORIA Y DEL OLVIDO: La conmemoración de la "conquista" de Granada en relación con las otras conmemoraciones de 1492 en 1992


Imma Fernandez
Imagine seulement un miroir où le temps le temps reflète
Imagine l'image en lui qu'il t'apporte
Louis Aragon
La conmemoración es un ejemplo de práctica de la memoria. La importancia atribuida en 1992 a los diferentes acontecimientos que han marcado el año 1492 está determinada por las instancias políticas y en concreto por la ideología dominante.
Las manifestaciones conmemorativas organizadas en 1992 estaban orientadas hacia la voluntad de dar una nueva imagen dinámica de una nación proyectada hacia el futuro, a las grandes potencias occidentales. Por consiguiente, España no supo tomar la oportunidad de vendar las heridas de su historia y de evaluar la importancia de las funestas consecuencias de la "conquista" del reino musulmán de Granada: la expulsión de los judíos y luego la de los moriscos.


El teatro de la memoria

La conmemoración tiene su origen en un acto solemne religioso, la celebración de la memoria de los muertos, en el siglo XIII. El acto conmemorativo se ha convertido en una ceremonia simbólica. Si se ha conmemorado con gran fausto sobre todo el descubrimiento de América, es el Estado que ha dado su caución en lo referente a la grandeza de esta fecha y de este hecho. Durante la celebración, el público reconoce esta grandeza.

La conmemoración no es un acto neutro, a pesar de su barniz de fiesta. Recurre a las relaciones de la memoria con la propaganda política. La conmemoración exige una voluntad de recordar.

La conmemoración es una manifestación teatralizada de la memoria. Requiere una escenificación de hechos que han marcado el pasado. Una conmemoración es una ocasión de leer el pasado a la luz del presente. El presente se convierte en actualización del pasado. Es la razón por la cual se describe la conmemoración como una escenificación teatral con decorado, escenógrafo, actores, repeticiones y mediatización.

El celebrante de la conmemoración que describe Gérard Namer (1987a: 149-151) es por su estatuto, la persona que va a «conectar la memoria al mito hacia el pasado, la memoria al imaginario presente y la memoria a la ideología vuelta hacia el futuro. El celebrante es aquel que interpreta y orienta la emoción colectiva, mobilizada por la consagración de lo que se conmemora». Este historiador francés habla de "teatralización colectiva" que incluye una verdadera escenificación y un decorado. En las celebraciones conmemorativas en 1992, los reyes de España han legitimado y consagrado cada manifestación a través de actos oficiales. Lo espectacular siempre prevalece.


La conmemoración: una herramienta del poder

Por lo demás, la conmemoración es una forma de sociabilidad, si se tiene sólo en cuenta la necesidad de la gente de encontrarse por la calle, de escuchar un discurso o de ver un desfile militar. Una parte del público puede considerarla como un pretexto de encuentro, so capa de un reconocimiento de grandes valores y de grandes símbolos. Podemos hablar de manipulación subterránea de conciencias por el poder.

La conmemoración enlaza la memoria del pasado, un pasado mítico, al presente a través del significado ideológico y político compartido por el público. La conmemoración toma también otra dimensión dirigida desde el presente movilizado por una ideología hacia un futuro. Es la razón por la cual el sociólogo Edgar Morin ve en la conmemoración una regeneración.

El ritmo de los grandes aniversarios santifica los valores comunes. Estos rituales se repiten continuamente, porque el hombre necesita esos hechos recurrentes que se sacian del pasado, que escanden su existencia con intervalos regulares y que parecen tranquilizarlo en el marco de la estructuración de su identidad. Confirman principios y valores que se nos han inculcado a través la educación. Lo más importante no reside en la autenticidad del hecho, más bien se trata de establecer una continuidad entre el presente y el futuro.

Durante las conmemoraciones, una comunidad se acuerda de su identidad: la pone en escena, con el respaldo de celebraciones rituales. La idea interesante emitida por Paul Connerton (1989: 70) en su análisis de las celebraciones conmemorativas es que hoy en día, la celebración de la recurrencia (en el sentido de retorno, reaparición), puede ser una estrategia compensatoria, porque el principio de la modernidad niega la idea de la vida como estructura de celebración de la recurrencia, ya que la esencia de la modernidad es el desarrollo económico. Este último requiere una revolución constante de la producción y la transformación incesante de la innovación en la obsolescencia. Estas celebraciones conmemorativas, por la perpetuación de sus modelos inmutables, desafían el tiempo.


La llaga abierta de la conquista de América

Dado que la memoria es un trabajo muy selectivo, existe una necesidad evidente de criterios para la selección de acontecimientos significativos en relación con una voluntad de memoria o de olvido por la parte de la sociedad en un momento dado.

A principios de los años 90, surge una reflexión sobre la conmemoración de 1492; se publican muchísimos libros y artículos. La mayoría se afanan por redorar el escudo de España en lo referente a la conquista de América. Autores de las dos riberas del Atlántico emprenden un revisionismo semántico de la expresión "descubrimiento de América" y prefieren hablar de "encuentro de dos mundos" o de dos o varias culturas, al cabo del cual hubo un descubrimiento mutuo, un mestizaje cultural y un enriquecimiento recíproco. Este quinto centenario alegó a emprender un esfuerzo de desculpabilización en relación con la conquista de América, con el probable objetivo de anudar relaciones sobre nuevas bases, de intensificar intercambios culturales y comerciales.

La conmemoración del "descubrimiento de América" tendría que haber encontrado un punto de equilibrio entre la celebración y la autocrítica, entre el recuerdo y la necesidad de reparar una ofensa. Aunque se intentó destacar la visión de los vencidos, el aspecto "celebración y fiesta" prevaleció en 1992. El sociólogo Jean-Claude Girardin denunció la censura sobre la cuestión judía y la ignorancia sobre la España musulmana. En la Expo92, el pabellón del siglo XV que pretendía evocar las ideas del Renacimiento, no hacía ninguna referencia a la herencia árabe, cuyas luces iluminaron la Edad Media en Europa.


Un velo de silencio sobre la conquista del último reino musulmán de Europa

1492... Cuando se menciona esta fecha, lo primero que nos viene a la mente es el descubrimiento de América por Cristobal Colón. La rendición de Granada, la expulsión de los judíos, la gramática castellana de Nebrija y el descubrimiento de América han sellado esta fecha, pero la conmemoración sólo puso el ojo en el descubrimiento de América.

1492 se erige sobre la consagración del triunfo del cristianismo sobre el islam, treinta y nueve años después de la toma de Constantinopla por los turcos: el 2 de enero, los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón conquistan Granada. Esta fecha representa el final de un sueño, de una cultura y el principio de un mundo nuevo. No pone solamente fin a una guerra, sino también a varios siglos de intercambios culturales.

La conquista de Granada no pareció impresionar Europa. En cambio, en España, su carga simbólica fue importante. La conquista de Granada fue unicamente considerada como un hecho de política interior, cuyas repercusiones y cuyo simbolismo no se evaluan todavía adecuadamente hoy en día. Los hechos se encadenan con una lógica impresionante. Sólo después de haber terminado la llamada "Reconquista" del país (que en realidad fue una conquista) y cinco días después de haber promulgado el decreto de expulsión de los judíos, Cristobal Colón obtuvo la aprobación de la reina. La rendición del enclave musulmán más occidental tiene un valor simbólico. España se cierra a las influencias mediterráneas y se abre a las influencias atlánticas. Granada no es una simple etapa; es el episodio fundador de la ascensión que conocerá España. Estamos ante una extraordinaria conjunción de hechos históricos.

El catolicismo español parece atormentado por una exigencia de "pureza de fe". De lo que resulta una ola de xenofobia y de intolerancia. 1492 será un año de la intolerancia con el decreto de expulsión de los judíos de España. Disponen de cuatro meses para abandonar la península o convertirse. Se trata de una iniciativa inquisitorial. Expulsa a los judíos no por racismo, sino porque busca su cohesión interna gracias a la adhesión a ciertos valores comunes religiosos. La expulsión de los judíos le permite a la monarquía contar definitivamente con el apoyo de todo el cléro (García Cárcel 1993: 31). Las repercusiones de esta pérdida de una fuerza económica, de un saber y de un patrimonio cultural inestimable serán graves.

En 1492, España quiere cortar con el pasado, en contra del judaísmo y del islam, desafiando lo desconocido. Ni el descubrimiento, ni la colonización de América son casualidad: España una y católica hizo sus pruebas durante la "Reconquista" y se siente lista para emprender esta aventura. Se ha dotado poco a poco de una tremenda capacidad de expansión territorial y posee un espíritu de cruzada. Se debe completar el encadenamiento de los hechos que permiten el descubrimiento de América con el de los descubrimientos científicos al final del siglo XV.


Los descubrimientos científicos andalusíes abren el horizonte americano

La historia oficial nunca ha insistido mucho sobre la incidencia de los descubrimientos científicos sobre el descubrimiento de América; quizás porque provienen en gran parte del mundo musulmán. Actualmente se empieza a evaluar la importancia de esta herencia. Occidente ha tratado siempre de ocultar este período fructuoso de la historia, cuando el resto de Europa se encontraba en la Edad Media.

Al-Andalus edificó un imperio mercantil. Adquirió grandes conocimientos en geografía, astronomía, matemáticas y navegación. En la escuela no se suele enseñar que la enciclopedia quirúrgica de Albucasis - nacido en Madinat az-Zahara, en 936 - sirvió de tratado fundamental de cirugía en todas las universidades de Europa durante medio milenio; tampoco aprendemos todas las invenciones que se generaron en el mundo musulmán del siglo XIII al XV. Dominique Urvoy (1990: 201) observa que sobre el plan de la historia intelectual, «la época cientifista ha tratado de la historia de las ciencias y de las ideas sólo bajo la perspectiva desde la cultura greco-romana hasta nuestros tiempos, dándole a los Arabes el simple papel de intermediarios e ignorando el islam no-árabe. Esta actitud recductora subsiste todavía, principalmente en los medios filosóficos».


Cuando Granada se despierta...

La ceremonia, organizada por las autoridades de la ciudad, reviste los colores de la victoria anunciada al son de trompetas, mientras que los caballeros izan una bandera sobre una torre. En 1992, se escogió la Alhambra como lugar de conmemoración. Abrió sus puertas a una exposición intitulada . La Alhambra batió el récord de afluencia[1]. Detrás de una tal manifestación se oculta la voluntad de insuflar un poco de vida a un palacio después de cinco siglos, aunque sea de modo efímero: . Se trata de un acto relacionado con un sueño nostálgico que exige creación (en la elección y la colocación de objetos), dándole vida a un lugar de conmemoración. El pasado de al-Andalus es un sueño que nunca se acaba de apagar.

En Granada, como en Toledo en lo referente a la memoria sefardí, conmemorar implica reconstruir una memoria colectiva rota. El tiempo del pasado está relacionado con la memoria religiosa, con el mito y las memorias individuales. Es una memoria escarnecida, esparcida por Europa y Africa del Norte. Tenemos que reunir los fragmentos de memoria, con el fin de exorcizar un período oscuro de la historia, bajo un enfoque de reconciliación entre las comunidades minoritarias y de conservación de las memorias morisca y sefardí.

En 1992, tuvo lugar una reconstitución de la memoria cultural y culta en acuerdo con el proceso contínuo de eradicación de las memorias morisca y judía. El hacer hincapié en el descubrimiento de América nos incita a comprender la razón de este olvido. Un efecto positivo a largo plazo de la conmemoración que no se contabiliza en términos de ganancias, es el (Namer 1987b: 210) que tome en cuenta los olvidos y el porqué de estos olvidos.

Es lo que reclama cada 2 de enero un grupo de musulmanes e intelectuales andaluces al Ayuntamiento de Granada durante los actos conmemorativos de tono militar y nacionalista. Cada año, Granada celebra la desgracia de haber expulsado centenas de miles de sus habitantes. Esta fecha simboliza la destrucción de la memoria del pueblo de Granada y de al-Andalus. Hoy en día sería más conveniente izar la bandera de la reconciliación y de la tolerancia entre culturas y religiones.

Una reflexión sobre la conmemoración puede conducirnos a un retorno a las fuentes, para desvelar una parte del sentido oculto de este olvido. 1992 fue un buen pretexto para evaluar de nuevo el peso de los acontecimientos de hace cinco siglos. Si no se aprovechó esa oportunidad, esperemos que estas conmemoraciones sean una plataforma para emprender un diálogo interrumpido durante siglos, gracias al nacimiento, crecimiento, acción y proyección de las culturas de las comunidades musulmanas y judías en nuestra península.


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[1]Artículos , en El País Semanal del 15 de marzo 1992 y , en El País del 18 de marzo 1992.

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