martes, 16 de enero de 2007

LIMPIA, BRILLA Y DA ESPLENDOR: Un idioma estigmatizado por la represión linguistica


Roberto Manzano

Al igual que en los asuntos religiosos los conquistadores nos trajeron la “Santa Inquisición”, para asegurarse de que los andaluces eran buenos cristianos, y castigarlos en caso contrario… en asuntos lingüísticos, ocurrió algo similar: se crea la “Real Academia de la Lengua”, cuyo lema es ‘limpia, brilla y da esplendor’. Su misión primigenia, fue la de ‘limpiar’ de arabismos y andalucismos la lengua española. A pesar de su ardua labor durante siglos, han quedado en el idioma español numerosos arabismos, vocablos y formas lingüísticas andaluzas. ¿Por qué? Porque posiblemente, lo que se ha denominado idioma español, no nace en ‘España’, sino en Andalucía, donde el árabe era hablado tanto por las clases más cultas y acomodadas, como por las más humildes, en actos administrativos, religiosos, académicos, científicos, literarios, políticos, diplomáticos... alternando con el denominado “romance andalusí” en los ambientes más familiares, en una sociedad caracterizada por el “bilingüismo”. La aljamía, o romance andalusí, era una mezcla del idioma de los pobladores prerrománicos andaluces, el bereber, y el árabe, con la incorporación de elementos lingüísticos latinos.
La primera referencia de un texto escrito en ‘romance andalusí’ o ‘aljamía’, la tenemos en el calendario de Córdoba del siglo IX. Antes del primer texto escrito en lo que se llamó ‘lengua castellana’, ya existían los diwanes (poemas), entre los que podemos destacar el Kitab de Aben Busra o el de Yais Aben Al-Jatib, así como las Jarchas de Aben Luyun o Al-Motamid, rey de Sevilla.
Numerosas muestras han llegado a nuestros días de la lengua romance hablada y escrita en Al-Andalus, a través de jarchas, y diversos tratados de medicina, farmacopea, botánica o geografía.
La lengua romance hablada en Andalucía o ‘aljamía’, era representada con grafía árabe, gracias a la arabización lingüística de Andalucía, encontrándonos numerosos textos romance con grafía árabe en Monasterios del Norte, escritos con toda seguridad por ‘notarios’ o ‘clérigos mozárabes’ –el término mozárabe, se refiere a los cristianos que viven en tierras de Islam- provenientes de Andalucía. Estudiosos de reconocido prestigio, como Gómez Moreno en ‘Iglesias Mozárabes’ y Menéndez Pidal en ‘Orígenes’ coinciden en señalar que en una gran mayoría de textos latinos escritos por los monjes de los Monasterios del Norte de la Península, aparecen inscripciones en árabe, junto con una larga lista de palabras ‘arabizadas’ y patronímicos árabes.
Estas afirmaciones de Gómez Moreno y Menéndez Pidal, tenemos que situarlas en la historia de las migraciones que se produjeron en la Península en los siglos VIII al XII. En estos siglos, numerosos andaluces mozárabes, emigraron a los reinos del Norte de la península, llevando con ellos todo el acerbo cultural andalusí, plasmado en la construcción de Iglesias mozárabes y en códices llamados Beatos. Con su cultura y sus formas arquitectónicas andaluzas, también llevaron su lengua y su escritura –romance andalusí, representada con caracteres arábigos-, por lo que el aragonés primitivo tenía tanto parecido con la lengua romance andaluza.
Por lo tanto, durante los siglos IX, X y XI, en la zona donde según los ‘expertos’ surgió el castellano, la lengua precursora de este, estaba plagada de palabras aljamiadas, además de otras fuertemente arabizadas. Incluso, en el primer texto conocido donde se nombra Castilla, fechado en el año 800, nos encontramos con palabras claramente aljamiadas. En los primeros textos escritos completamente en Castellano, las ‘Glosas Emilanenses’ –según el arabista Gómez Moreno- aparecen términos aljamiados, junto a raspaduras que denotan haber borrado numerosas anotaciones en árabe.
Otro de los ‘intelectuales’ españoles, experto en la materia que estamos tratando, Francisco Javier Simonet, en ‘Glosario de voces Ibéricas y Latinas usadas entre los mozárabes’, reconoce:
“…nosotros nos inclinamos a creer que la Aljamía mozárabe, si bien contenía el germen de los principales romances hispanolatinos hablados en nuestra península, semejaba especialmente al antiguo castellano y contribuyó en gran manera al enriquecimiento y fijación de nuestro idioma.
Ni este romance bajó de las montañas del norte, ni su formación puede limitarse a las comarcas de donde tomó el nombre, puesto que desde tiempo inmemorial le hallamos en el reino de Aragón…El romance Castellano, debió formarse en aquellas provincias en donde se habló en latín con más pureza…los pueblos habitantes en montañas, de ánimo belicoso e indomable, no recibieron la civilización y lengua latina con la facilidad que los moradores de los territorios más llanos y accesibles al conquistador…a nuestro entender, el romance, llamado después Castellano, se formó simultáneamente en las Castillas, Aragón, la Bética y una parte considerable de la Lusitania y de la Tarraconense; es decir; en todas aquellas provincias donde mayor influencia había ejercido la civilización del pueblo romano.
A los muchos vocablos de propiedad castellana ¿? que hemos notado allí como usados en Andalucía bajo la dominación sarracénica, debemos añadir una observación muy oportuna apuntada por el Sr. Fernández Guerra en su mencionado discurso, donde se expresa así: ‘A los que estudian con amoroso empeño y despreocupado juicio los orígenes de la lengua y poesía castellana, importa hacerse cargo de un hecho hasta ahora inadvertido. No logrando, como esperaba, Don Alfonso el batallador (rey de Aragón) en su atrevida expedición a las comarcas del Xenil (Genil), despedazar el insoportable yugo de los fanáticos Almorávides y erigirse libertador de los mozárabes andaluces, a la vuelta se tuvo que llevar consigo nada menos que diez mil familias del territorio granadino, mozarábigas por supuesto, las más comprometidas. Pues allí, en las márgenes del Ebro, donde aquella gente vino a fundar nueva patria, resulta por observaciones de aragoneses doctos, ser donde muy luego se hubo de hablar todavía el más correcto lenguaje castellano. Como podemos ver por los textos de los más insignes representantes de las letras castellanas, las primeras manifestaciones de lo que posteriormente se ha denominado castellano, se dieron en lugares de emigración de mozárabes andaluces, cuyos textos están llenos de palabras aljamiadas. La utilización de la grafía árabe en los primeros textos del llamado castellano, nos demuestra también la influencia andaluza en la formación de este idioma. La influencia no puede ser del castellano sobre el andaluz, por la aparición posterior de este y por la existencia de vocablos evidentemente andaluces en el castellano y no al contrario. Las teorías oficiales, están siendo cuestionadas por numerosos especialistas, pudiéndose afirmar, que el idioma castellano, es la asimilación por castilla de la lengua romance hablada en Andalucía.
El mismo proceso de ‘asimilación’ y cambio de autoría –los colonizadores no podían tener la lengua de los colonizados- acaecido en Andalucía, se reproduce en Valencia. Las potencias colonizadoras, Castilla por un lado y Aragón-Cataluña por otro, se reparten el territorio peninsular, quedando Andalucía bajo la influencia de Castilla, y Valencia bajo la influencia Catalana. Dos pueblos bárbaros, Castilla y Aragón/Cataluña, chocan frontalmente con dos pueblos de cultura refinada: Andalucía y Valencia. En un choque cultural de dos contendientes tan desiguales, siempre gana el que posee una cultura más rica, más práctica y más avanzada, como lo eran las culturas arabizadas de la península ibérica, Andalucía y Valencia. La victoria militar de los pueblos del Norte, no supuso la imposición lingüística. Tras siglos de luchas e intercambios culturales, los pueblos del Norte fueron asimilando aspectos culturales de los pueblos del Sur, principalmente la lengua popular, en la que se realizaban los intercambios comerciales. Los intercambios migratorios entre las dos civilizaciones, hicieron el trabajo de mensajeros de la lengua aljamiada a los pueblos del Norte. Los cambios producidos por la conquista fueron políticos, estéticos y religiosos. La prohibición del árabe, no impidió el que se siguiera hablando la lengua romance en Andalucía ni en Valencia. Se cambia la grafía árabe por la latina, quedando asentado el uso del romance andalusí y valenciano. Las lenguas romances andaluza y valenciana, eran usadas también por los conquistadores, pues sus lenguas de origen no les permitían denominar conceptos, objetos, tareas e ideas desconocidas por sus culturas hasta el choque cultural con las civilizaciones del Sur.
La manipulación de la historia –perdonadme por reiterar este concepto- ha hecho que los vencedores se atribuyan el desarrollo de la lengua hablada en su territorio después de la conquista, como justificación de la idea de nación, pues no podrían justificarla con una lengua desarrollada por otro pueblo, al mismo tiempo que justifican la unidad nacional y política de todo el territorio conquistado.

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