lunes, 26 de febrero de 2007

UN MODELO Y UN MODO DE DIÁLOGO HISPANOÁRABE


Rodolfo Gil Benumeya Grimau

Fuente:'Identidad Andaluza'

“El problema esencial de la Humanidad actual es el problema Oriente-Occidente (…) en torno a una ciudad vieja, Jerusalén”, decía el escritor andaluz Rodolfo Gil Benumeya, mi padre, en Ni Oriente ni Occidente. El universo visto desde el Albayzín, su segundo libro de ensayo sobre las relaciones hispano-árabes y judías, publicado en los años mil novecientos veintitantos. Pensaba él entonces (frente a un mundo árabe apenas emergente después de la I Guerra Mundial y antes de los fascismos) que, de un lado, los Semitas de Europa –como los llamaba- “(Bergson, Einstein, Freud, Curie, Hertz, Marx) han creado la febril vida moderna, plena de inquietud, y van a la cabeza de todos los ideales; entre ellos abundan los semitas de Iberia, península hermana de la arábiga (Iberia y Arabia son pedazos de África artificialmente adheridos al bloque eurasiano)…” Los árabes, semitas ellos también, emergían,.con toda su potencialidad a cuestas, tan combatida desde entonces por “el concierto de los imperialismos”. Para el joven Gil Benumeya, España, en donde ese semitismo mezclado ya había dado sus mejores frutos andalusíes, era donde había que “iniciar la incorporación de la juventud meridional ibérica al ideal de sus hermanos cristianos, musulmanes y sefardíes… contra la impiedad…, el materialismo y el falso espíritu bíblico…como única esperanza de la Humanidad actual”
En otro de sus libros, relativamente cercano temporalmente a aquel pero de plena Guerra Mundial y él mismo, como africanista, inserto de algún modo en el aparato del régimen español en Marruecos, se empeña y aclara en alguno de esos conceptos, insistiendo particularmente en los condicionamientos geopolíticos que dan lugar a los condicionamientos geohumanos siempre persistentes
El libro Marruecos andaluz , tuvo mucho éxito en la España de entonces y en Marruecos –en donde hace bien poco estaban intentando traducirlo en Marrakech. Sin embargo, en el único ejemplar que poseo del mismo, deshojado, subrayado y anotado por el autor para algún trabajo posterior, hay descalificaciones de su puño y letra del tipo ‘falso’, ‘pamfleto’, ‘inservible’, etc. Dice el autor al comenzar el libro y esta es su tesis, en la que persevera: “El sur de España y el Norte de Maruecos forman parte de un mismo conjunto orográfico, hecho a base de la cordillera Penibética. Esa identidad geográfica ha originado la identidad humana que existió siempre entre los habitantes de ese doble suelo igual del Estrecho. También ha servido el contacto entre ambas regiones físicas para que por el Sur se estableciesen en España las razas venidas de África y del Oriente más próximo. A la vez que por el Norte aparecían en los Pirineos influencias raciales europeas. Siendo así nuestra España un puente entre Continentes ”.
Porque España era y debería ser siempre el enlace entre Europa y África del norte, no sólo desde el punto de vista que acabamos de ver –tierra e intereses humanos- sino desde la presencia, la influencia mutua y una convivencia cada vez mayor y más actualizada con ambas partes, hacia el norte y hacia el sur y, sobre todo, cuidando la confianza, provocando la comprensión y luchando por ella. Porque, entre otras cosas, en los problemas sentimentales hispanomarroquíes, y en todas sus consecuencias territoriales, económicas y de protección común, la cuestión es la confianza.
A un lado Oriente, al otro lado Occidente, que comporta todos los nortes de nuestro quehacer europeo actual. Pero en medio, el Mediodía, que somos nosotros y que no está vacío de una civilización genuina, que no podemos dejarlo vacío ni folklórico, ya que incluso su andalucismo es, como el españolismo o el iberismo, un valor universal de aleación producto de muchas fases activas y reactivo para muchas síntesis futuras.
“No se trata de que una nación ya completa y perfecta haya irradiado sobre otros territorios vecinos, sino de que esos territorios fueron uno de los principales sectores desde donde España tomó gran parte de los elementos de su formación –dice el autor en España dentro de lo árabe . ”Después de haberse constituido completamente, influyó y refluyó a su vez sobre ellos, por medio de un intercambio de acciones y reacciones que nunca ha dejado de actuar”. En estas últimas palabras pudieran verse unos ciertos tufos de colonialismo circunstancial, pero no es eso lo que quieren indicar sino más bien que “en el actual siglo XX existen grandes sectores de árabes que ‘se sienten más y mejor a sí mismos’ cuando de pronto se encuentran envueltos en un ambiente hispano. Y de esto ofrecen frecuentes pruebas los núcleos que residen en América ”. ”España…aparece presente dentro de todo lo árabe, sobre todo en lo cultural y en los valores emocionales ”, hasta extremos consuetudinarios, múltiples, de uso normal, que la mayor parte de los mismos españoles no acierta a percibir ni apreciar. “Lo español nos duele”, dicen muchos magrebíes –y árabes- y judíos sefardíes cuando se produce algún desentendimiento, y es el mismo “lo español nos duele” que decimos los españoles del área que seamos.
La mejor manera de dialogar con lo árabe, lo marroquí y lo magrebí, con lo judío, es desde dentro Nos dolemos los unos de dentro de los otros, lo que es difícil de percibir racionalmente tal vez, o a la luz de las macro-informaciones interesadas, prejuicios y desvíos por encima de los que pasan nuestras relaciones quemándose los pies. Y es que ese no es el camino. En el caso de España, como heredera de lo que hemos dicho, el camino es directo, es de llamada local como internet, rápido, simultáneo, barato de hacer. No tenemos que aprender ningún master europeo ni estadounidense para establecer el contacto; un buen sector de los españoles hemos nacido con él y ahora tenemos medios para ejercerlo; y mucho más los andaluces, los levantinos, los extremeños y otros. Nuestros negociadores debieran convencerse de que, en el caso del mundo magrebí, del árabe, del judío, no estamos frente a mundos abstrusos para cuya aproximación necesitemos el uso de unos manuales importados.
Para los europeos, que más o menos siguen la ideas cartesianas del método francés, “tanto lo político como lo intelectual son ‘el arte de lo posible’. Se trata de distinguir entre todas las combinaciones imaginables aquellas que puedan prácticamente ser llamadas a la existencia, y así todo se subordina a estudiar hechos, pesar fuerzas y escoger soluciones, desechando las irrealizables. Para los norteafricanos andaluzados la habilidad es, en cambio, aquella cualidad esencial por la cual tratan de `tenir en haleine` las fuerzas contrarias y las favorables, hasta poder un día forzarlas realizando las aspiraciones y los empeños. Para estos norteafricanos la vida `debe apretarse sobre el deseo’ y no desparramarse nunca sobre lo no tangible ” . Los españoles, dentro de nuestra conjunción de mezclas y voluntades, entendemos y practicamos ambas posturas, la posibilista y la del aguante, lo que nos facilita el entendimiento.
Esto le ocurría a Gil Benumeya. Tanto en la vida personal de andaluz libre, como en la profesional de africanista y consejero político, y en sus diez o doce libros (alguno perdido en la guerra de 1936-39 y alguno inédito) y más de mil quinientos trabajos y artículos de revistas y prensa diaria, sostuvo ese equilibrio tratando siempre de “entender los intereses de los complementarios (porque evidentemente se negaba a decir contrarios) para atender mejor los propios, es decir los españoles”, como decía con frecuencia. Que atendiendo apropiadamente a lo nuestro, propiciamos lo suyo, lo cuidamos y conseguimos que nos comprendan en la mejor de las pláticas.
Su plática hizo que lo entendieran y lo respetaran los árabes, y los judíos en su momento, que lo consultaran personajes a veces conflictivos en sus diferencias y luchas contra el Reino Unido y Francia, contra la propia España, al evitar por el poder de sus razonamientos y amistades una revuelta armada ‘nacionalista’ en el norte de Marruecos en los primeros tiempos de la posguerra mundial, contra el miedo al supuesto y hostil comunismo marroquí que pregonaban y agitaban algunos de los prohombres de la dirección franquista, Su plática hizo que lo quisieran los marroquíes y que lo recordaran hasta ahora. Era su modo de diálogo un buen modelo porque se basaba sobre todo en un conocimiento a fondo.
“Una historia árabe ha de ser…tres cosas sucesivas. Primera, la referencia de la raza actuando como tronco étnico dentro de Arabia, en sus orígenes y antes del Islam. Segunda, la aparición de un nuevo arabismo mezclado y difuso en la época de los Estados expansivos. Tercera, el arabismo o panarabismo actual, que la mayor parte de las veces no se apoya en nexos raciales, sino en el uso de un idioma común. Resumen de los tres son sucesivamente los diez capítulos que siguen…” Así empieza Rodolfo Gil Benumeya su libro Historia de la Política árabe , que es una compilación y una reflexión tan útiles en materia política de este sector de la Humanidad, hasta los años, cincuenta del siglo XX, que aún es utilizado como referencia por los politólogos e intelectuales árabes y de otros países. Fruto de un buen conocimiento y de un diálogo a fondo.

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