viernes, 3 de agosto de 2007

AL QAEDA, EL MITO


En el plano político los estadounidenses, todos, son de la misma ralea. Todos tienen una cosmovisión estra­gada del mundo, de la sociedad y de la vida; para ellos, tanto para demócratas como para republicanos, el mundo, el que está allende la metrópoli, es un feudo suyo, una finca a arrasar para apropiarse de las pertenencias de sus habitantes o para poner simplemente su bota.

Jaime Richart (Para Kaos en la Red)

Ahora el candidato demócrata a la presidencia, Barak Obama, dice que "él atacaría a Al Qaeda en Pakistán sin el consentimiento de las autoridades pakistaníes". Es decir, Obama haría más de lo mismo que hizo Bush en Irak, esta vez sin excusas ni pretextos, a lo bestia.

Aparte de que por una ley física elemental de acción y reacción pueda existir una organización terrorista para combatir el terrorismo de Estado practicado profusamente por Estados Unidos, no es pro­bable que sea una banda bien organizada hasta el extremo de hacer peligrar nada eficazmente. Lo más seguro es que Al Qaeda sea más un concepto fabuloso que una realidad; un mito fa­bricado por la pri­mera potencia armamentística del mundo manejada por gente sin escrúpulos. Un cuento como Alicia, Peter Pan o el dr. No para justifi­car su barbarie, y no un ejército de te­rroristas capaces de hacer que se tambalee un país. Un viejo truco que siempre usaron los imperios o los pueblos hegemónicos para explicar sus atroces conquistas y para sobrecoger a sus propios súbditos para que no se atrevan a entorpecer sus planes siniestros.

Estados Unidos se toma toda la libertad que quepa imaginar para hacerse presente en todas las formas en Asia, y no sólo con invasio­nes o desparramando a lo largo y ancho del continente asiático sus intereses de todo tipo. Asia, un continente ajeno en absoluto a la cultura/incultura occidental. Hasta la indecente y obscena Gwen Stefani va a Kuala Lumpur a provocar a la sensibilidad asiática e is­lámica de la capital indonesa. Murdoch se jacta de ser “el tirano mul­timillonario” que domina una parcela del planeta en lo mediático y fi­nanciero. Todo son desafíos a quienes no forman parte de la or­questa que interpreta el desconcierto yanqui.

¡Cómo no esperar que haya alguien que con un tirachinas o con una o­nda intente frenar al monstruo! Sin embargo, el mal, ese Mal del Eje a que el abyecto y títere Bush alude, a buen seguro tiene su sede en el Pentágono y en la Casa Blanca. Al Qaeda o no existe o es un pálido reflejo de lo que debiera ser y le atribuye la propaganda del Demonio. Al Qaeda es un fantasma, un ente espectral manu­facturado.

No lo digo yo sólo.Manú Dornbierer escribe en la Réseau Voltaire lo si­guiente:

La red terrorista Al Qaeda de Bin Laden no existe

Según un excelente documental del realizador británico Adam Cur­tis titulado «The Power of Nightmares» (El Poder de las Pesadillas) participando en el festival internacional cinetográfico de Cannes como «periodismo de denuncia en video» nos muestra que la pesa­dilla del terrorismo internacional llamada Al Qaida no existe. El do­cumental nos enseña que es una invención más de los EEUU, fá­brica de pesadillas para justificar sus intervenciones e intereses. (...)

Cuando le avisaron a Bush del atentado a la Torres Gemelas que en ese instante conmocionaba al mundo y que a él ni siquiera pare­ció sor­prenderle, ha quedado como prueba de que «ya lo sabía» y de que plausiblemente el horror de New York fue uno de los conoci­dos au­togoles criminales que infligen sus gobernantes al borrego pueblo estadounidense, tales como la explosión del barco «Maine» en la Habana en 1898 para desatar la guerra contra España, como la pro­bada invitación al Japón para bombardear Pearl Harbor en 1941 o el derrumbe de un edificio público en Oklahoma en 1995 tras los gra­ves problemas con la secta davidiana en Waco.

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