sábado, 8 de septiembre de 2007

BLAS INFANTE, EL PADRE DE LA LENGUA ANDALUZA


Por: Mesa para la Normalización del Andaluz.

Blas Infante nació el 5 de julio de 1885 en Casares, pueblo de Málaga “posado en rocas partidas”. Hijo de Luis, labrador de profesión, y de Ginesa, se crió en compañía de los hijos de labradores de distinta condición. De los 11 a los 14 años es alumno interno del Colegio de los Escolapios de Archidona.

La situación trágica de los jornaleros andaluces queda grabada en su alma de niño, describiéndola más tarde: “Yo tengo clavada en la conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo he visto pasear su hambre por las calles del pueblo... desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; los he visto dormir hacinados en sucias gañanías, comer el negro pan de los esclavos, trabajar de sol a sol... y he sentido indignación al contemplar que sus mujeres se deforman consumidas por las miserias de las rudas faenas del campo, cómo sus hijos perecen faltos de higiene, cómo sus inteligencias se pierden, permaneciendo totalmente incultas, requerida toda la actividad, desde la más tierna niñez, por el cuidado de la propia subsistencia; y he sentido vergüenza... vergüenza de España y de Andalucía.” (El Ideal Andaluz). Más tarde, éstos serán para él los desheredados de su añorada Al-Andalus, tras el reparto de tierras a los jefes de los conquistadores extranjeros. Este será el origen, para él decisivo, del latifundio andaluz.

En Granada, donde estudia y consigue una Licenciatura en Derecho y hace estudios de Filosofía, toma contacto con la cultura de Al-Andalus, de la que se hará un conocedor excepcional y la cual marcará uno de los pilares de su pensamiento. Con 24 años es notario pero, por no alcanzar la edad reglamentaria, no podrá ejercer hasta 1910, fecha en la que se traslada a Cantillana. Entre la ciudad y el campo, viajando a menudo a Sevilla, vivirá trece intensos años, hasta la Dictadura de 1923.

Empieza aquí una etapa donde profundizará en los males del campo andaluz –el llamado gran problema histórico andaluz: latifundio, caciquismo, especulación, explotación del jornalero...– y en sus soluciones. Su Reforma Agraria, que se constituye en otro de los ejes de su programa político e incluso en su asunto vital, se basa, como restauración de una justicia histórica, en el reparto de tierra a los jornaleros a través del control del Estado, en la colectivización y en una función educadora que elimine el individualismo y los vicios adquiridos en la pobreza y la miseria jornalera. ¡Pedid tierra y libertad! escribirá en el Himno de Andalucía.

Una función educadora –expuesta más tarde con detalle en su obra la Dictadura pedagógica– que, como en su glorioso pasado, eleve espiritualmente al pueblo andaluz sobre el materialismo, el racionalismo y el maquinismo europeo, tan aborrecible para él. Que lo eduque en una moral superior, solidaria y altruista. Que le enseñe su verdadera y grandiosa herencia: tartésica, salomónica, fenicia, griega, romana y cristiana, y le muestre la verdad sobre el culmen de las civilizaciones habidas en Andalucía: Al-Andalus, síntesis luminosa e iluminadora de Oriente y Occidente, gloria de las ciencias y las artes, y destruida por la acción de los bárbaros y fanáticos europeos. Que le muestre la verdad del genocidio del pueblo andaluz, de su exilio y de su esclavización.

A partir de ahora asistirá a los debates andalucistas en el Ateneo de Sevilla. A ellos se dirigirá así: “Yo creo en la fatalidad de la muerte por la vida. Aquella existe sólo como condición vivificadora. A través de los cataclismos, la vida triunfa por el renacimiento. Así, entre los hombres, triunfo de la tiranía por la libertad, de los egoísmos por el amor. Por eso, antes perecerá la Humanidad que el Ideal no encuentre una voz en que modular su eterno canto a la perfección humana. Mientras exista un solo hombre existirá un alma generosa en que tallar un altar para ofrendar el sacrifico.” (El Ideal Andaluz, 1915). Palabras proféticas de su propio destino.

En febrero de 1919 contrae matrimonio con Angustias, natural del pueblo de Peñaflor, mujer culta, laboriosa y cristiana con la que tuvo cuatro hijos; y se traslada a Sevilla. Días antes había redactado junto con otros andalucistas el “Manifiesto Andalucista de Córdoba”. De posiciones radicales, en él habla de “la autodeterminación de la patria y la nacionalidad andaluza” y de la “futura federación hispánica” o de los “Estados Unidos de España”. Interclasista, en él se dirige a los andaluces en general, sin importar la tendencia política o el estrato social.

Colaborará en la revista Bética, publicada por el Ateneo, para luego fundar la revista Andalucía con algunos de sus más cercanos colaboradores, como García Nielfa. Expone al Ateneo una “memoria” que será el primer libro de Infante, El Ideal Andaluz. Desde entonces tomará contacto con el mundo obrero a través de elementos anarquistas, comunistas y socialistas con los que colabora y debate, pero sin dejarse arrastrar por ellos, les dice: “Pertenecéis a este lugar de la Tierra y a este grupo de la Humanidad; comenzad por su redención. Así impulsaréis la de los demás”.

Es interesante destacar que estando Infante completamente comprometido con la lucha obrera – “inclinémonos siempre con los trabajadores, no con los explotadores” (Andalucía)–; tuvo la perspicacia de descubrir y criticar los excesos de estas ideologías –“La revolución rusa está degenerando en un comunismo de cuartel que forma las peores formas de burocratismo”–. Refiriéndose al plazo de cincuenta años que Lenin calculaba para el ejercicio de la libertad en Rusia, escribe profetizando: “Si reprime durante este tiempo la solidaridad y libertad, ¿cómo va a llegar a construir la sociedad comunista libertaria y fraternal?. ¡Vaya una escuela de libertad e igualdad la que ofrece a la generación venidera!”. No se adhiere a la lucha de clases, y se opone a la Dictadura del Proletariado porque, dice, “reprime el comunismo libertario y fraternal”. A ella, y a la dictadura capitalista burguesa, opone la Dictadura Pedagógica (1921) a la que llama también Prolekultur, de la que proceden las citas anteriores y donde hay incluso apuntes anticonsumistas y ecologistas.

A pesar de estas críticas, el pensador andaluz habla a menudo del “Ideal supremo de la Sociedad comunista” al que aspira. Pero él tiene su propia concepción del comunismo, muy alejada de lo que había venido a ser en la práctica. La consecución de un ideal de bienestar económico no sólo es insuficiente para las innatas aspiraciones del alma humana, sino que es irrealizable sin una profunda revolución cultural o dictadura pedagógica que evite que en corto plazo todos los vicios del pasado vuelvan a reproducirse. “Revolución a todo trance contra el régimen capitalista, pero revolución no formal o legislativa, o burocrática, sino revolución honda, esencial o fundamental del espíritu de los hombres”. (La Dictadura pedagógica). En este sentido habla del “consumismo de los apóstoles de Cristo” y de “La primera República que existió en España, la andaluza de Córdoba en el siglo once... Y el primer partido comunista que apareció en Europa, el dirigido por el almeriense Ismael al Roaxani... expresión posterior de las agitaciones societarias de nuestro gran Aben Masarra.” (Tablada).

Se encuentra más cerca del anarquismo de Pi, Proudhom y Bakunin, especialmente de este último, al que cita a veces coincidiendo con él. Por ello, mantiene contactos con el sindicato de la C.N.T. Preguntado si está próximo a esta organización, responde: “sí y no. Nos une la simpatía con la que vemos sus actuaciones para devolver a los labriegos de Andalucía lo que es suyo” (El Sol); y en Andalucía Libre Infante escribe: “Tres son las aspiraciones fundamentales de la C.N.T.: Individualismo libertario, cooperativismo libertario, autarquía municipal. Un supremo principio moral, otro económico, otro político”.

Pero el pensador andalucista denostaba la violencia, coincidiendo con ello con Mahatma Gandhi, al que analiza y alaba en algunos manuscritos quizás aún no editados (Historia de la Cultura). Respecto a ello afirma; “Andalucía es librepensadora y sigue sin poder ser bélica”. “Es antibélica acogedora” (La verdad sobre el complot de Tablada). En el Ideal Andaluz señala: “La historia de Andalucía no es historia bélica... el regionalismo andaluz no puede ser agresivo”.

Su profunda espiritualidad, aunque anticlerical, le impide adscribirse a teorías e interpretaciones materialistas del cosmos y la historia. En Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo (1921-1931), refiriéndose al “Himno al Santo Dios, del que los liberalistas andaluces sacaron la música para el Himno de Andalucía”, dice: “Este magnífico himno se canta en algunos pueblos andaluces por los segadores a la salida y a la puesta de sol... Recientemente ha dejado de cantarse porque la letra del himno invoca a Dios, y ésta es una palabra tabú para el embeleco marxista de los jornaleros andaluces, quienes en mala hora vinieron a denominarse obreros, como en Europa, con detrimento de su rango de andaluces”.

Con la Dictadura de Primo de Rivera los Centros Andaluces son clausurados. En la clandestinidad el movimiento andalucista, y motivado por su entusiasmo por el periodo islámico de Andalucía, en 1924 peregrina a la ciudad de Agmat, en Marruecos. Allí visita la tumba de Almotamid, el rey sevillano del que escribe un ampuloso drama titulado Motamid, último rey de Sevilla, y también se entrevista con un descendiente de Boabdil. Y todo esto en lo más recio de la guerra contra Abdel Krim en el Rif magrebí. Poco después viaja a Silves, en Portugal, para organizar con su municipio un homenaje al rey-poeta Almotamid; pero el evento no se llegó a celebrar porque “o señor Blas Infante era un islamista” según “los periódicos retrógrados de Lisboa” (Tablada).

Sus palabras son una denuncia de la destrucción de aquella brillante Andalucía y la manipulación de la Historia: “Empieza la labor de enterrar nuestra gloriosa historia cultural, su recuerdo es castigado como crimen. Se castiga el baño, se proscriben el traje, la lengua, la música, las costumbres, bajo graves tormentos; al cabo de tres generaciones los andaluces creen que son europeos, y que los moros que había en Andalucía eran unos salvajes.” (Tablada). “Así la tiranía eclesiástica destruyó la cultura de Andalucía” (Entrevista en El Sol).

Su anticlericalismo va ligado a un antieuropeismo matizado, consecuencia de su amor por la emoción y el sentimiento que se opone al racionalismo europeo; del individualismo libertario contra la masificación uniformizante; de la espiritualidad y la alegría contra el materialismo y el maquinismo: “Al sentimiento el europeo le llama sensiblería, y a la intuición anticipadora, locura de profetas.” (Tablada). Así, Europa es asociada a la idea de “reconquista”, es decir, a la conquista: “... y mataron hombres y destruyeron pueblos y robaron heredades y segaron jardines y talaron bosques.” (Tablada).

Rechaza la versión de la “reconquista” y en su lugar habla de la “conquista europea, llamada cristiana... Precisamente política, no religiosa sino anticristiana, que fue la que vino a matar la flor de nuestra última cultura”. (La Voz).

Para él, los españoles acogen a los jinetes árabes como libertadores de la aristocracia germana ahora trinitaria; especialmente los judíos y la corriente unitaria cristiana arriana seguida por la mayoría del pueblo y muy cercana doctrinalmente del Islam. Además, los recién llegados, nómadas que no tenían ningún interés en convertirse en campesinos sino en avanzar extendiendo su fe, permitían a los autóctonos conservar sus tierras y propiedades así como su religión. Sólo así puede explicarse una expansión tan rápida de lo musulmán en un pueblo que se resistió siglos a la conquista romana y luego a la europea. Con su bella prosa cargada de épica describe: “Legiones generosas corren el litoral africano predicando la unidad de Dios: Andalucía les llama. Ellos recelan. Vienen, reconocen la tierra y encuentran un pueblo culto atropellado, ansioso de liberación. Acude entonces Tariq (¡14.000 hombres solamente!). Pero Andalucía se levanta a su favor. Antes de un año, con el sólo refuerzo de Muza (20.000 hombres) puede llegar a operarse por esta causa la conquista de España. Concluye el régimen feudalista germano” (Tablada).

Blas Infante ve en Al-Andalus una referencia de la Andalucía libre y soberana que anhela. Continúa diciendo, arrebatado por la emoción, en Tablada: “Poco después Andalucía, ¡Andalucía libre y hegemónica del resto peninsular! ¡Lámpara única encendida en la noche del medioevo! No hay manifestación alguna cultural que en Andalucía libre o musulmana no llegara a alcanzar una expresión suprema”.

Siguiendo el hilo de su biografía, en estos años de la dictadura, Infante va enviando sus Cartas Andalucistas sobre Fundamentos de Andalucía a diferentes personalidades relacionadas con el tema andaluz. En ellas profundiza exhaustivamente en la historia, la cultura y el folclore andaluces. Los nombres de los soberanos tartésicos Gargoris, Gerión, Norax o Argantonio, reyes de la civilización más avanzada entonces en Occidente, se encadenan con los de Osiris, Hércules o el Profeta Salomón; todos ellos relacionados con Andalucía. De Séneca y Lucano a Maimónides e Iben Gavirol, de Ibn al ‘Arabi y Tufayl a Abicebon; todos son estudiados por la mente ávida de conocimiento que el amor a su patria produjo en Blas.

Tanto en Fundamentos como en El Ideal Andaluz, Infante va pergeñando y definiendo su ideario político, es decir, su concepción de Andalucía libre, de la autodeterminación andaluza y del federalismo ibérico.

El principio que lo mueve es el Principio de las Culturas, en oposición al principio de las Nacionalidades (a cada nación un estado). Para él, la Primera Guerra Mundial y el posterior Tratado de Versalles, que él criticó con dureza, demostraron ser un fracaso porque este nacionalismo no es más que una expresión del capitalismo burgués, destructor de culturas y pueblos. Anticipó, una vez más de un modo profético, su funesto resultado: la Segunda Guerra Mundial, que él no conoció.

Por ello siempre receló del término “nación” para Andalucía y cuando usó el de “nacionalidad” llegó a decir que el nacionalismo andaluz era antinacionalista. A este nacionalismo opone, como hemos dicho, el Principio de las Culturas, es decir, “a cada pueblo su cultura”. El derecho de Andalucía no procede de criterios exclusivamente raciales, lingüísticos, geográficos o etnológicos, que por sí solos son insuficientes y hasta potencialmente creadores de antagonismos funestos. Su derecho le viene de ser una cultura propia, definida, enfocada a lo Alto; no enfocada al regionalismo particularista, ni al individualismo, ni a la masa: “El principio de las culturas, no esencialmente político o excluyente sino humano y universalista” (Tablada). Lo mismo que para él la aspiración del hombre no puede quedarse en los límites alicortos de su materialidad individual y debe dirigirse a la trascendencia, el sistema político de los pueblos no es un fin sino un medio que sólo se justifica en su aspiración al beneficio de la humanidad y de lo universal. Esta idea la expresó muy propiamente en el lema que hoy figura en el escudo de Andalucía: “Andalucía por sí (no para sí), para España y la Humanidad”. Andalucía elevada, dadora, como una amante que aspire al Ideal, a la Utopía, al Reino de Dios; un reino que para Infante sí es para este mundo, y es la aspiración obligada y el logro final prometido a los entregados. Así lo explica en La Dictadura Pedagógica: “Mi reino no es de este mundo (Jesús en los Evangelios). La Verdad, la Belleza, la Potencia, la Justicia, la Gloria, en una palabra, claro que no son de este mundo, pero ellos no dicen esta expresión porque crean que pueden ser de otro mundo mejor que venga a sustituir al presente, sino porque es ‘mundo de su reino’ lo ponen fuera de la Vida universal. Olvidan la palabra de Cristo (en el Padrenuestro) ‘Venga a nos el tu reino’...”.

Por su cultura frente a la incultura, por su historia de aspiración a lo universal, por su camino y por su destino, Andalucía no puede ser sometida, ni esclavizada, ni dirigida, ni castrada espiritual e intelectualmente por el materialismo y egoísmo europeo o europeizado.. De ahí el grito de ¡Viva Andalucía libre! Escandalizados algunos por ello, respondió: “¿Qué querían que dijera, ¡Viva Andalucía esclavizada!?”.

Andaluces son todos los que comparten su cultura, y no una raza ni un término geográfico cerrado. En Andalucía no hay extranjeros, diría Blas Infante, ni independentistas, ni separatistas: “Andalucía no puede ni podrá llegar a ser jamás separatista de España. La razón es obvia: ella es la esencia de España”. Por el contrario, Andalucía es unificadora, puente entre Oriente y Occidente, reconciliadora. Tal fue el apasionamiento de Infante y sus compañeros en este sentido que muchos movimientos de liberación en la India, en Palestina y en África se inspiraron y compartieron el andalucismo como un movimiento internacionalista.
De 1929 a 1931 Infante escribe Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo, un interesantísimo y muy documentado estudio donde desarrolla la tesis según la cual grupos importantes de moriscos que sobrevivieron a las persecuciones, se integraron en las tribus gitanas errantes e incontroladas, para pasar desapercibidos: “A bandadas ingresaban aquellos andaluces, los últimos descendientes de los hombres venidos de las culturas más bellas del mundo, ahora labradores huidos (en árabe, labrador huido o expulsado significa fellahmengu)... comienza entonces la elaboración de lo flamenco por los andaluces desterrados”. La recitación coránica se funde con el sentimiento de la pena y el dolor de todo lo perdido. Así nace el cante jondo, el Flamenco. Cante andaluz, no de los gitanos sino aceptado y conservado por éstos, que no conocen los demás gitanos extendidos por el mundo. Al interpretar el cante jondo insiste en la cualidad individualista y libertaria del carácter andaluz, solidario, pero que no se deja conducir por la masa: “...la música andaluza está en oposición irreductible, incompatible con una música socialista...El cantaor es voz que expresa muchas voces calladas...es portavoz, profeta, el que va delante de todos”.

Con la restauración de la II República, los Centros Andaluces se trasforman en Juntas Liberalistas de Andalucía. Durante ese periodo, Blas ejerce como notario y reside en Coria del Río, pueblo sevillano junto al Guadalquivir, en una casa a la que dará el nombre Dar al Farah (La casa de la alegría).

Infante se sumerge en una intensa actividad política que le llevará al desenlace de su vida y al de la República. Se radicaliza y se vuelve más escéptico respecto a la colaboración de las clases altas y medias en los “anhelos revolucionarios de Andalucía”. Sus críticas alcanzan a los partidos y a los políticos convencionales. Se muestra desengañado de los partidos republicanos de derechas y de izquierdas, a los que acusa de los mismos vicios de antaño y los califica de “monárquicos sin rey”. Exige la reforma agraria y la corrección de los latifundios, pero no ve avances. Se enfrasca en la consecución del Estatuto de Autonomía Andaluz.

Tras muchas dudas se decide a formar un partido y presentarse a la Constituyente del 4 de junio de 1931. En Sevilla se presentan cinco candidaturas: la republicano-socialista, la radical-socialista, “Acción Nacional”, comunistas y la Republicana Revolucionaria Federal Andalucista. Su candidatura la encabezan, entre otros, Ramón Franco, famoso aviador militar desde el vuelo del “Plus Ultra”; el propio Blas Infante; A. Rexach, también aviador; y J. Balbontín, abogado. El programa político era básicamente el de sus manifiestos anteriores: reforma agraria, cogestión en la empresa, autonomía cantonal y municipal y abolición de los monopolios.

Pese a su corta vida y su falta de medios, los andalucistas desarrollaron una actividad frenética por las ciudades y pueblos andaluces. Los aviadores lanzaban panfletos sobre los jornaleros de los campos, pese a la prohibición gubernamental. Antiguos anarquistas como Pedro Vallina, a quien Infante dedica elogios sublimes, apoyan la candidatura y atraen hacia ellos a muchos trabajadores.

La aceptación masiva de la candidatura provoca el nerviosismo y la inquietud de los poderes gubernamentales que forjan lo que llamó Infante “el romance del complot de Tablada”. Él mismo lo describe así en el libro al que hemos aludido anteriormente, titulado La verdad sobre el complot de Tablada, y que edita ahora: “El ministro de la gobernación ha editado un romance truculento en el cual dice que nos proponemos sublevar el aeródromo, bombardear Sevilla y echar sobre ella a un ejército de campesinos para proclamar el estado libre. El General Sanjurjo encuentra el aeródromo sin aviones, sin municiones, sin armas, sin soldados... Nosotros pedíamos que nos fusilaran o nos metieran en la cárcel si habíamos delinquido y si no que así se hiciera constar. No lo conseguimos..”.

La prensa progubernamental propagó la teoría del “complot”, a la que añadieron otras invenciones que muchos creyeron. Pese a todo, la victoria fue para la candidatura gubernamental y el segundo lugar, barridas las otras tres candidaturas, para los andalucistas. Después continuó la persecución y a Ramón Franco y a Balbontín, tras diversos sumarios, les fueron retiradas las actas de diputados. Así acabó esta candidatura que llevó al insigne andalucista, asqueado más que desanimado, a replegarse en sí mismo hasta 1935.

Este tiempo lo dedicó el insigne andaluz a componer breves ensayos Manuscritos de extraordinario interés y de carácter intimo, sobre temas místicos, filosóficos y religiosos, que reflejan no sólo su vastísima cultura sino la profundidad y claridad de su pensamiento. Son una serie de manuscritos –por lo que sabemos, desgraciadamente aún no publicados– con citas de clásicos (Sócrates, Píndaro, Séneca); bíblicos (Salmos, Génesis, Éxodo, Evangelio de Juan); orientales (Buda, Laotsé, Confucio, Sent, Harai, Gandhi, Mao Tse Tung); místicos (Francisco de Asís, Juan de la Cruz) –no le gustaba el “San” por ser título de los que pretendían apropiárselo–, y algunos modernos filósofos. Pero sobre todo, es de destacar por la agilidad de su estilo, su frescura y su serenidad, un librito de sentencias titulado El libro Nuevo. Como muestra de éste, algunas meditaciones sobre el dolor que reflejan en parte su situación: “El camino del Poder verdadero es sufrir con el dolor de todos”. “El dolor fecundo es aquel que se afronta animoso combatiendo contra el ajeno dolor mediante el arma del propio”.

Por fin, en septiembre de 1935, incitado por sus amigos sale del éxodo de nuevo a la lucha política publicando la Carta andalucista de Septiembre de 1935. En ella renueva sus convicciones políticas del pasado hacia un “Estado Autónomo”, pero apelando a una “política decente”. Se trata de “mover libremente a los individuos y no arrastrar a la masa, sin que haya que incurrir en bajas adulaciones a la muchedumbre o contactos con gentezuela arribista”.

El 22 de diciembre de 1935, José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, pronuncia en el Frontón Betis de Sevilla el discurso titulado: “Ni izquierdas ni derechas”. Poco después tiene lugar una entrevista entre delegados falangistas y delegados de la Junta Liberalista de Andalucía a instancias de aquellos. En ella se le propuso a los andalucistas que se unieran a un “movimiento” de todos los disconformes con la actuación republicana, que en el caso de que el gobierno no se disolviera “accedería al poder tras una pequeña guerra civil”. La respuesta vino del propio Blas Infante de esta manera: “Los andaluces no pueden aceptar como solución al problema español ninguna guerra civil, porque ninguna guerra es civilizada”. Dramáticamente, cuando este movimiento llegó, quedó claro lo que ya ellos habían advertido: “Había que estar en sus filas o frente a ellas”.
El último documento del combatiente andaluz es el Manifiesto a todos los andaluces, del 15 de junio de 1936, apenas un mes antes del “Alzamiento Nacional”. Insistiendo en las líneas del Manifiesto de 1919, hace una llamada “a los andaluces de todas las ideologías...(a un acuerdo) que no excluye programa religioso, político o societario alguno... sin prejuicio que una vez conseguida la autarquía de nuestro pueblo, cada uno de los andaluces o cada grupo político u obrerista mantenga su particular punto de vista... Este llamamiento es españolista porque Andalucía es esencia de España, y tanto necesita España como Andalucía el que esta última llegue a tener autarquía.. pero un españolismo que no sea común esclavitud de todas las regiones de España vencidas por la influencia extranjera, uniformante y centralista". El objetivo final, el ya anhelado en todas las actuaciones y publicaciones de Infante y los andalucistas, es que “todas las regiones deben ser autónomas en una República federal”.

En estos últimos meses la situación política y social en España se vuelve incontrolada. Una ola de violencia entre grupos políticos y obreros sacude el país. Por último, los asesinatos de diversos políticos representativos culmina con el llamado “Alzamiento Nacional” a cargo de militares apoyados por grupos afines a éstos. El 18 de julio de 1936, el general Queipo de Llano toma el centro de Sevilla y releva al gobernador y los poderes fácticos por personajes afines al “movimiento”. Ese día, Blas Infante se dirige a Sevilla, pero no puede entrar en la ciudad por la confusión reinante, y vuelve a Coria del Río, donde ya permanecerá hasta su asesinato.

Las fuerzas del Gobierno y los milicianos de los distintos partidos y de los sindicatos obreros, desorganizados y no tan grandes en número como hacía suponer su afiliación, no oponen a las fuerzas de Queipo de Llano la resistencia que cabía esperar; y éste, con una táctica mezcla de terror, osadía y propaganda, se apodera en poco tiempo de la capital y de los pueblos circundantes. El domingo día 2 de agosto, a media mañana, un somatén de ignorantes, fanáticos e integristas vestidos de falangistas, detienen a Infante en presencia de su mujer y sus hijos.

Tras la detención, el vía crucis desde el ayuntamiento de Coria hasta un cuartelillo de la Falange en Sevilla; luego, a una comisaría de Sevilla para un fugaz interrogatorio; y a continuación, al cine Jáuregui, improvisada y masiva prisión que se encontraba junto a la comisaría. Hacia las 11 de la noche del día 10 de agosto, junto a algunos detenidos más, era conducido en un camión hacia la carretera de Carmona. En la linde del antiguo huerto de las Clarisas, a la altura del kilómetro cuatro, en la noche calurosa de San Lorenzo, los sicarios del odio y la muerte tiñeron definitivamente la bandera blanca y verde de Andalucía del rojo de la sangre y del negro del duelo que, no mucho antes, Blas Infante se había resistido a añadir a la misma por no asustar, y que hoy, definitivamente, si no en lo formal, sí ha quedado teñida en el alma andaluza como homenaje de los que murieron por ella.
Blas Infante fue asesinado sin juicio previo y sin ningún motivo, pues todas sus actividades políticas fueron dentro de la legalidad vigente. Por eso su asesinato fue, desde cualquier punto de vista, injustificable. Para más vergüenza, cuatro años después, un jurado dictaba una sentencia ridícula para “justificar” su ejecución: “Que Don Blas Infante Pérez formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931; en los años sucesivos hasta 1936, se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz, y según certificación del folio 46 falleció el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra”.

Naturalmente que la llama iluminadora que el amor de Blas a su Andalucía alimentó, relevando a otros que vinieron antes, ni tan siquiera consiguieron hacerla palidecer con su muerte. Al contrario, brilla aún en nuestros días y brillará con más fuerza. Andalucía tiene un Estatuto Autónomo que, como un himno y su bandera, son herencia de la lucha de Blas Infante.

Esta breve biografía cumpliría su objetivo si sembrara en el lector el anhelo de conocer mejor a quien hoy se le declara “padre de la patria andaluza” y cuyo mensaje, aunque muy nombrado, es muy desconocido. Para que así, a través de este mensaje se pudieran cumplir sus aspiraciones y las de aquellos que, como él, ansiarían que “Andalucía volviera a ser la gran maestra de síntesis, científicas, religiosas, étnicas.. Una isla de humanidad en la Europa condenada; entre dos mares y dos continentes, residencia de Espíritu que a la coordinación fecunda de las variedades llama. Dios volvería a tener en ella su jardín. Y el efluvio de este jardín vendría a condensarse en una mágica palabra , mensaje de Andalucía para el mundo: As Salam.. La Paz” (Tablada).

BLAS INFANTE Y LA LENGUA ANDALUZA

"Fue el primero que propuso dotar al andaluz de una ortografia propia y transformarlo en nuestra lengua nacional".

Durante sus años de internado en los Escolapios de Archidona, el teatro colegial representó un "juguete cómico en un acto y en verso" titulado EL ANDALÚ MÁS TEMPLAO, escrita por José María León Domínguez . No era ninguna maravilla literaria, pero el título nos resulta simpática casualidad cuando entre los espectadores o actores (!) aplaudía o recitaba el alumno Blasillo Infante.

Otro dato que pudo dejar su sello en el niño Blas: la obra ( menos las acotaciones ) aparece enteramente transcrita en el léxico y la fonética popular andaluza de Cádiz (el autor era gaditano):

Antón.- Sí, pa jacé el desollino
los treínta días del mé.
Ma, vera... cuando goruía
al pueblo, con la querencía
como un borrico...

Grima.- ¡Que cencia
te ha entráo con la correría! .

En 1921, veinticinco años después, Infante escribe sus Cuentos de animales en alguno de cuyos coloquios, el ya don Blas incluye pasajes escritos en andaluz. Don Blas matiza más e intenta una transcripción científica:

Veráhté, señó, cómo jué er suseío.
Er perro Preferío era de ehte; ehte era su amo. Era mihto de lobo y de perro. Su aguelo jué lobo. Ehte lo crió, con leche, dehde chico.
Preferío iba siem­pre con el ganao.
Ya se poía ohté acohtá o ise andequisiera.
Mejó que ohté guardaba er ganao Preferío.

Blas Infante ( Cuentos de Animales )

Pero este intento de Infante era fruto cuidado. Él mismo justifica el sistema empleado en una pequeña nota. ¿Nació en esta fuente su interés lingüístico por el habla? ).

Ya quisiera Blas conocer en estos años primeros del siglo XX que un día de su vida andaría escribiendo libros y apuntando tesis lingüísticas, alzando la Bandera y las conciencias andaluzas:

-Yo no he ganado todavía el premia que más me estimularía: el poder vivir en andaluz, percibir en andaluz, ser en andaluz o escribir en andaluz" -

En publicaciones mías anteriores confundí a Luis León Domínguez, autor de LOS CUENTOS DE ANDALUCÍA, libro en que pinta el rito jornalero del "Santo Dios", origen del Himno Andaluz, con su hermano José María, autor de este EL ANDALÚ MÁS TEMPLAO ( Imprenta Ibérica, F-F. de Arjona, Impresor de S.M. Cádiz, 1895, Flamencos, 6 ). Blas Infante: CUENTOS DE ANIMALES, Ed. Fundación Blas Infante. Sí­gueme, 1984, pp. 28-32. Infante interrumpe la narración para introdu­cir una nota de fonética que dice así:

-"El lenguaje andaluz tiene sonidos los cuales no pueden ser expresados en letras castellanas. A1 `alifato', mejor que al español, hay necesidad de acudir para poder encontrar una más exacta representación gráfica de aquellos sonidos. Sus signos representativos se los llevaron los árabes con su alfabeto dejándolos equivalentes en el alfabeto español. Tal vez hoy alguien se ocupa (?) en la tarea de reconstruir un alfabeto andaluz.

Pero mientras tanto, es preciso valernos de los signos alfabéticos de Castilla. -

En el diálogo del texto (de CUENTOS DE ANIMALES usemos la `H', se entenderá que ésta debe ser aspirada y mucho más suave que la `J' castellana. La `R' tiene en el lenguaje andaluz, un sonido más suave que en el castellano y otro tanto ocurre con la `Z' y la `S'.

El interés de don Blas por la modalidad lingüística andaluza queda patente en sus manuscritos inéditos. En Los INEDITOS DE BLAS INFANTE( Enrique Iniesta Coullaut-Valera, Ed. Fundación Blas Infante, Sevilla, 1989), en su índi­ce analítico ("FONETICA, HABLA ANDALUZA y LENGUA ANDALUZA", aparecen hasta 30 entradas, varías de aquellas muy extensas. De esos pasajes, sigue una selección encabezada con una afirmación muy sintomática:

-"Yo no he ganado todavía el premia que más me estimularía: el poder vivir en andaluz, percibir en andaluz, ser en andaluz o escribir en andaluz".-

-"Las variantes fonéticas andaluzas se deben a influjos clásicos de una gran cultura pretérita . Un pueblo de viva imaginación y de expre­sión rápida no puede tener el pensamiento detenido".-

En origen histórico del cante `hondo':

-"Cuando escribamos esta palabra, no necesitamos advertir que en el lenguaje andaluz, se aspira siempre la `h'. No nos parece bien escribir esta palabra con J como suele hacerse, porque el sonido de ésta ( la J') es demasisdo fuerte".-

-"La `j' andaluza es más suave que la castellana (aspirante emitida por la laringe comprimida (...). Letras o signos ortográficos, contextura gramatical y literaria tiene que crearlos el pueblo" . -

Bibliografía

Enrique Iniesta Coullat-Valera. Blas Infante. Toda su verdad. Volumen I (1885-1919). Editorial Comares. Signatura Ediciones. Granada 2000.

ANDALUCÍA ABIERTA

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