Nación Andaluza
1.1. La prehistoria.
En base a estudios realizados por las ciencias auxiliares de la Historia, se conoce que los primeros poblamientos de que se tienen noticias en Andalucía datan del Paleolítico. Los últimos estudios señalan que los restos humanos hallados en Orce (Granada) tienen una antigüedad aproximada de un millón de años y pertenecen, por tanto, a los de los primeros pobladores del continente europeo.
Alrededor del 30000 a.d.e. aparece el Homo Sapiens conocido como Cromagnón.
De esta fase prehistórica se pueden considerar la pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta (Málaga), muy diferentes a las localizadas en el norte de la Península y Europa.
Pero es en el Neolítico, alrededor del 3000 a.d.e cuando aparecen ya más claros elementos socioculturales.
En este período se origina en Andalucía, concretamente en el Valle del Guadalquivir, la denominada Cultura del Vaso Campaniforme, que posteriormente se expandirá por toda Europa.
Gran importancia tiene la Cultura de los Sepulcros Cupuliformes. Ejemplos de ella, por solo citar algunos son los de Los Millares (Almería), Cueva de la Pastora (Sevilla), Cueva de Menga (Málaga), o los de la Cueva de los Murciélagos (Granada). Este tipo de construcciones, producto de un gran esfuerzo colectivo, denota ya una fuerte organización social.
Cabe citar también la peculiaridad de la cultura del Argar (Almería). Algunos de sus elementos más característicos son: poblados de trazados no circulares y gran especialización de las actividades económicas.
1.2. Tartessos: La formación del primer Estado independiente andaluz.
Todo el largo proceso evolutivo en las culturas prehistóricas andaluzas culminará con Tartessos allá por el 1200 a.d.e.
Tartessos fue el primer organismo socio-político que supo aglutinar en forma de Estado antiguo a todas las formaciones históricas de Andalucía, en la primera demarcación política y social común dentro de un mismo espacio geográfico.
Tartessos era un ente a nivel geo-político perfectamente definido, en el que existía un Estado como organización social y de poder, con forma de Monarquía, con una gran proyección económica en todo el Mediterráneo.
Se puede considerar como el más antiguo Estado del Occidente pre-romano con una sociedad fuertemente organizada y con un gran desarrollo económico y cultural.
Durante largo tiempo fueron múltiples los lazos (no exentos de contradicciones y crisis) que este primer estado independiente de la Andalucía antigua mantuvo con los diversos pueblos del área mediterránea: fenicios, focenses, cretenses, etc. De la importante civilización tartésica dan fe los yacimientos arqueológicos de Mesa de Asta (Jerez), los del Cerro del Carambolo (Sevilla), Cabezo de la Joya (Huelva), etc., y las numerosas referencias en escritos de los antiguos griegos y romanos.
Tartessos estuvo abierto indudablemente a influencias orientalizantes pero supo adaptarlas sabiamente a su propia idiosincrasia.
Se puede afirmar que Andalucía, tanto en su prehistoria como en su proto-historia, mantiene una personalidad propia específica que la diferencia tanto de las culturas y pueblos del norte de África y Oriente Próximo, como del resto de la Península Ibérica y Europa.
1.3. Crisis del Estado tartéssico.
La victoria definitiva en la Batalla de Alalia (Córcega), allá por el 535 a.d.e., de la alianza púnica-etrusca sobre el poderío focense, con el cual estaba alineado de alguna forma Tartessos, y que convertirá a Cartago en dueño absoluto del Mediterráneo Occidental, estrecho y parte del Atlántico, afectará directa y gravemente al proceso histórico tartésico que con las continuas agresiones cartaginesas contra Tartesos originarían el declive y descomposición de su estructura estatal, quedando las diversas comunidades desprotegidas ante los agresores.
1.4. Del yugo cartaginés a la conquista romana.
Cartagineses y romanos mantuvieron durante decenios cruentas contiendas por tratar de hacerse con el dominio del área mediterránea y sus recursos naturales.
A raíz de la primera guerra púnica, allá por el 241 a.d.e. los cartagineses pierden el control sobre sus principales posiciones en el Mediterráneo y Turdetania (la Andalucía de la época) después de sufrir por espacio de más de dos siglos y medio el yugo cartaginés, aprovecha para sublevarse.
En el 237 a.d.e. para sofocar la revuelta desembarca en Cádiz el propio Almicar Barca y con sus poderosas tropas vence a los insurgentes que eran apoyados por fuerzas mercenarias celtíberas. No obstante todavía en el 216 a.d.e. se seguirían produciendo algunos levantamientos y sublevaciones de los pueblos turdetanos.
Allá por el 206 a.d.e., tras la Batalla de Ilipa, se produce un nuevo proceso colonizador. Las tropas romanas al mando de Escipión conquistan un ansiado objetivo: Turdetania, que pasa a convertirse por la fuerza de las armas en provincia romana.
1.5. Colonización romana.
Los primeros intentos de los pueblos turdetanos por intentar liberarse de la dominación romana fueron reprimidos duramente por importantes contingentes militares.
No obstante, con tal de pacificar definitivamente la zona cuanto antes y al menor costo posible, la metrópoli llega a un pacto con los pueblos y ciudades de la Bética, concediéndoles cierta autonomía.
Las ciudades costeras que aparecen en el mapa desde Cádiz hacia el este eran colonias fenicias
Pero estas pseudo-libertades concedidas a los andaluces de la Bética cuando interesó a la metrópoli romana no eran sino autodefensas de que se servía el Estado romano para no poner en peligro las inmensas riquezas que le aportaba su colonia y con ello, asegurar la continuidad de su imperio.
1.6. Bética: centro cultural del Imperio romano.
Y es aprovechando aquella autonomía pactada, que la esencia fundamental de la identidad autóctona no pudo ser destruida; y aunque tuvo que utilizar instrumentos de expresión impuestos por el extranjero, los andaluces de la Bética desarrollaron formas culturales de suma importancia, pudiéndose afirmar que la Bética fue la más importante potencia cultural del ámbito civilizatorio romano occidental.
1.7. Crisis de la Civilización romana.
Desde la Bética hasta Al-Andalus hay un intervalo de tres siglos marcado por la crisis del Sistema romano y la presencia epigonal visigoda. Es este un periódo de estancamiento y oscuridad que prepara la transición revolucionaria a un nuevo estado civilizatorio.
A partir del 410, los pueblos germánicos (destructores de gran parte de la cultura mediterránea de la época) invaden la península Ibérica, llevando a cabo en el 412 un reparto de territorio. Los vándalos silingos ocupan la Bética. Quince años más tarde los visigodos hacen su aparición en ella en nombre del Imperio para expulsar del territorio andaluz a los vándalos. Tras acabar con los asentamientos de éstos, después de terribles matanzas, se impuso momentáneamente la pacificación. Esta dura muy poco. Tres años más tarde hacen su aparición en la Bética distintos pueblos germánicos. Le siguen años de continuas escaramuzas entre las diversas fuerzas foráneas sembrando de dolor y sangre las comunidades andaluzas.
1.8. Dominación visigoda y proceso emancipador andaluz.
A partir de la segunda mitad del siglo V se abre un periodo de cierta independencia para las ciudades turdetanas romanizadas. Este periodo estuvo marcado no obstante por el manifiesto interés de la monarquía visigoda en someterlas a su dominio.
Los godos aumentarán su presión a partir del año 543, pero las ciudades andaluzas se mantuvieron en una rebeldía continua por su independencia y libertad, manteniendo relaciones con Bizancio, el otro eje de la mediterraneidad. El territorio andaluz sólo será dominado, aunque en precario, a partir del 570, coincidiendo con una mayor centralización del poder godo.
Con la proclamación en el 710 del duque Rodroric o don Rodrigo (partidario de la ortodoxia cristiana trinitaria) como rey del Imperio visigodo con sede en Toledo, se desata la guerra en todas las provincias que se encontraban bajo su dominio. La antigua Turdetania, al igual que otras comunidades aprovechan el momento para sublevarse.
El arzobispo unitario y administrador de Sevilla, don Opas, enemigo de la política centralista y teocrática de la nobleza goda, junto a los seguidores del partido de Vitiza, refugiados en la provincia de Tingitania (Marruecos rifeño) y junto a Taric, gobernador de ésta y partidario también del unitarismo, forman un frente común para apoyar el proceso revolucionario contra las fuerzas de don Rodrigo. Esto, sumado a otras cuestiones, iba a suponer el inicio del fin del Imperio visigodo, la desmembración de Imperio godo trinitario.
Resumiendo: los continuos conflictos políticos entre partidarios cristianos trinitarios y unitarios daría la victoria definitiva a estos últimos, provocando una reacción económica, social, política y psicológica, que iba a suponer todo un vuelco ideológico en territorio andaluz.
1.9. Al-Andalus: una revolución cultural e ideológica.
Y es a partir de esta nueva coyuntura que la sociedad andaluza de la época, después de un largo y complejísimo proceso de transición (donde las luchas por la sucesión y administración en los gobiernos tras la victoria sobre los trinitarios fue una constante) optaría por la civililzación islámica que se hallaba en pleno apogeo y expansión (expansión que se lleva a cabo en un mundo en crisis, y a expensas de unas sociedades debilitadas e insertas en un época de grandes transformaciones), y todo ello frente a una civilización cristiana occidental que nada le aportaba.
Eso que la historia oficial española ha venido y viene denominando «invasión árabe» no es más que cínica falacia; una patraña para justificar la agresión contra nuestro Pueblo; no es más que un burdo montaje que no se sostiene mínimante ante cualquier estudio histórico serio.
Aquí no hubo conquista «mora» alguna, sino revolución cultural e ideológica.
Fue relativamente dilatado y complejo todo el fenómeno que produce una expresión administrativa autóctona dentro del marco ideológico unitario antes de la instauración del denominado Emirato allá por el año 756 con Abd-al-Rahman I.
El primer período de gobierno andalusí de Abd-al-Rahman I fue fundamentalmente de coordinación, organización y sedimentación de la revolución unitaria, sin no pocos contratiempos y luchas.
La arabización en las formas culturales llegaría con posterioridad a la revolución unitaria. No se puede hablar de arabización hasta el emirato de Abd al-Rahman II, a partir del año 822; ni de sincretismo islámico hasta el Califato en el año 929.
Con la dinastía andalusí de los Omeya, en Al-Andalus se alcanzan las más altas cotas en las ciencias, la filosofía, las artes y la técnica; y todo ello en total contraste con la situación existente en el resto de la Península y Europa. La aportación andaluza a los Pueblos en todas las materias antes citadas fue de un valor extraordinario para el posterior desarrollo de éstos.
Es este un período donde se práctica en toda Al-Andalus, de forma muy acusada, la estrecha convivencia e inter-influencia entre los diversos grupos étnicos que poblaban su territorio, y que podían diferir en aspectos super-estructurales, como la religión, pero que participaban de una estructura cultural común de mediterraneidad. Además, la práctica de la solidaridad con otras etnias y pueblos no mediterráneos es otro dato importante que nos ofrece la historia. En definitiva es en esta época cuando la sociedad andalusí conoce su máximo esplendor.
1.9.1. Crisis interna y caída del Estado andalusí.
A la muerte del Omeya Al-Hakan II en el año 976 entra en grave crisis el Califato andalusí. Las luchas internas por ocupar parcelas de poder es a partir de entonces toda una constante. Su sucesor, Hixen II, será una mera marioneta utilizada con astucia por Al-Mansur y sus partidarios. Las desbordadas ambiciones de éste y su obsesivo fanatismo militarista abocaría a Al-Andalus a emprender continuas campañas bélicas. Junto a sus acólitos se adueñó de la autoridad administrativa, iniciando un período de intransigencia que desencadenaría graves conflictos civiles y afectaría muy negativamente a la unidad política de las diversas colectividades que integraban el conjunto social de Al-Andalus. La continuidad del Califato se hizo inviable.
A partir del 1009 empieza a gestarse una nueva realidad bastante compleja marcada por la estructuración de Al-Andalus en los denominados reinos de taifas y posteriormente por los periodos almorávide y almohade; pero fundamentalmente marcada también y de forma trágica por la constante y sistemática presión militar ejercida por las fuerzas expansionistas cristiano-castellanas animadas por el fanatismo religioso y por la desmedida ambición de adueñarse de las inmensas riquezas de estas tierras. Todo ello con el paso de los años iría minando poco a poco las estructuras socioeconómicas y de defensa de Al-Andalus.
Una vez más, la violencia foránea irrumpiría en estos lugares y truncaría el protagonismo histórico de sus gentes. De nuevo este País se convertiría en tierra de colonización. El feudalismo castellano marcaría trágicamente su futuro
martes, 6 de febrero de 2007
ANDALUCIA. UN PAIS CON HISTORIA. Desde los origenes hasta la crisis del Estado 'andalusí'
Publicado por IDENTIDAD ANDALUZA en 17:24:00
Etiquetas: Andalucia: La otra historia.
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