martes, 20 de febrero de 2007

EL EJERCITO ESPAÑOL FUE EL PRIMERO DEL MUNDO EN USAR ARMAS QUIMICAS CONTRA POBLACION CIVIL


Fuente: nodo50.org

La fábrica de La Marañosa fue creada en 1923 para producir armas químicas que se usarían contra la población civil del Rif en la guerra de Marruecos. El ejército español fue el primero del mundo en usar armas químicas contra población civil. Los siguientes textos tienen abundante información al respecto.

“El modo en que el ejército español se hizo con un importante arsenal de armamento químico exigió altas dosis de secretismo, so pena de exponer a la monarquía alfonsina a las críticas de los numerosos sectores descontentos. En sintonía con su imagen de “rey militar”, según el modelo prusiano, ya en 1918 el rey Alfonso XIII se había mostrado personalmente interesado por la adquisición de este tipo de armas en Alemania. Fue en agosto de 1921, el año del desastre de Annual —en el que murieron unos 10.000 soldados españoles— cuando las negociaciones se agilizaron. Merced a un acuerdo secreto, en el que jugó un destacado papel el antiguo jefe del servicio alemán de guerra química, Von Stoltzenberg, Alemania se comprometió a vender armamento químico sobrante de la Primera Guerra Mundial a España, así como a asesorar a sus autoridades militares en su fabricación. Todo ello, naturalmente, a espaldas del Comité Internacional creado en Versalles para fiscalizar el desarme alemán. El fruto señero del contrato hispanogermano firmado en 1923 fue la construcción de una fábrica de armas químicas en La Marañosa, cerca de Madrid, en el actual término municipal de San Martín de La Vega, que sería bautizada como “la Fábrica Alfonso XIII” en deferencia a la afición del monarca por este tipo de armamento.

Los asesores alemanes concluyeron que el gas mostaza era la sustancia química idónea para bombardear las cabilas del Rif y de la Yebala, ya que además de sus efectos sobre la población, podía impregnar sus campos y sus escasos depósitos de agua. Durante los años siguientes La Marañosa llegó a fabricar ingentes cantidades de este gas, lo que no fue óbice para que el gobierno español importara directamente bombas de Alemania. También fueron empleadas bombas de fosgeno y cloropicrina, lanzadas desde aviones y artillería terrestre. La campaña de bombardeos con gases tóxicos, que se prolongaría hasta 1927, alcanzó su mayor intensidad en el período 1924-1926, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. La estrategia consistía en lanzar las bombas de gas en las áreas más pobladas y a las horas en las que más víctimas podían producir, de modo que el bombardeo de los zocos de las aldeas se convirtió en una rutina.” (1)

“El Tratado de Versalles de 1919 ilegalizó toda manufactura, importación y uso de armas químicas por parte de Alemania, extendiendo asimismo la prohibición a todos los países signatarios, entre ellos España. Conscientes de la ilegitimidad e ilegalidad del recurso al gas tóxico contra los rebeldes rifeños, los diversos libros, informes públicos, reportajes y crónicas periodísticas españolas sobre la guerra de los años veinte corrieron un tupido velo sobre el hecho, salvo unas pocas excepciones. La novela Imán, del entonces bisoño autor Ramón J. Sender, verdadero alegato antimilitarista de la época, fue una de ellas. Sender volcó en el texto su experiencia vital como soldado de la campaña africana, entre 1922 y 1924, que incluyó el contacto de primera mano con el gas mostaza”. (2)

“... [España] no dudó en emplear masivamente las mismas [armas químicas] que ya los occidentales habían arrojado sobre los soldados en los frentes de la Primera Guerra Mundial. La triste novedad aportada por nuestro país fue su empleo indiscriminado y sistemático contra civiles, sobre mercados, arrasando pueblos, contaminando cultivos, matando ganado, envenenando ríos.” (3)

“Entre 1921 y 1927, el ejército español empleó sistemáticamente en el Rif fosgeno, difosgeno, cloropicrina y, sobre todo, Iperita, un producto más conocido con el nombre de gas mostaza. La primera prueba la aportaron en 1990 dos investigadores alemanes, Rudibert Kunz y Rolf Dieter Müller, en su obra Gas venenoso contra Abdelkrim. Alemania, España y la guerra del gas en el Marruecos español (1922-1927), sobre las ventas de Berlín al Gobierno español de armas químicas y la posterior ayuda alemana para construir la fábrica de La Marañosa.

Media docena de historiadores , españoles y extranjeros, tocaron el tema de refilón en la década pasada, pero el británico Sebastian Balfour, profesor en la London School of Economics, publicará el mes próximo el primer libro (Abrazo mortal, Editorial Península) (4) que reconstruye la vertiente química de la guerra colonial.” (5). Asimismo, algunos observadores de la aviación militar, como Pedro Tonda Bueno en su autobiografía ’La vida y yo’, publicada en 1974, se refiere al lanzamiento de gases tóxicos desde aviones y el consecuente envenenamiento de los manantiales rifeños. Por su parte, Ignacio Hidalgo de Cisneros, en su obra autobiográfica ’Cambio de rumbo’, revela cómo fue protagonista de varios bombardeos con gases tóxicos. Años después, en 1990, dos periodistas e investigadores extranjeros, los alemanes Rudibert Kunz y Rolf Dieter Müller, en su obra ’Gas venenoso contra Abdelkrim. Alemania, España y la guerra del gas en el Marruecos español (1922-1927)’, aportaron pruebas de lo que había ocurrido en la región rebelde. El historiador británico Sebastian Balfour, de la London School of Economics, en su libro ’Abrazo mortal’ (Editorial Penínusla), confirma el empleo masivo de armas químicas en tierras rifeñas. Balfour, que ha estudiado numerosos archivos españoles, franceses y británicos, sostiene que la estrategia de los militares coloniales españoles se basaba en escoger zonas muy pobladas del Rif para lanzar bombas tóxicas. Así lo confirma, por ejemplo, un oficial británico, H. Pughe Lloyd, en un despacho enviado al ministro de la Guerra de su país en 1926.

“España llegó a fabricar 470 toneladas de gases tóxicos y utilizó 530 aviones de construcción francesa, alemana y danesa, pilotados en muchos casos por mercenarios europeos y estadounidenses, para bombardear el Rif.” (6)

“La casta de militares africanistas capitaneada por Sanjurjo, Franco y Millán Astray aprovecharía la experiencia y el poder adquiridos para levantarse contra la Segunda República, provocando a la postre el estallido de la guerra civil.”(7)

“España se adhirió en 1929 al protocolo de Ginebra de 1925 sobre prohibición del uso de armas químicas en guerra. Sin embargo, este protocolo no prohibía la producción de dichas armas y ni siquiera su empleo en conflictos internos, guerras no declaradas o sublevaciones coloniales.” (8)

“Antiguos directivos de la fábrica aseguran que la producción de armas químicas se suspendió pocos años después de la Segunda Guerra Mundial y que los agresivos almacenados fueron destruidos o neutralizados con los procedimientos de la época. No hay, sin embargo, datos precisos al respecto.” (9)
Consecuencias

La utilización de armas químicas ha provocado consecuencias catastróficas para la salud de la población rifeña, que padece infecciones y mutaciones genéticas que provocan cánceres, además de disfunciones psíquicas como la depresión, la angustia y el pánico. Así lo han establecido en sus investigaciones científicos extranjeros y marroquíes como el psicólogo y criminólogo Ahmed Hamdaoui. El propio Instituto Oncológico de Rabat está estudiando las razones por las cuales el cáncer es una causa de mortandad más frecuente en el Rif que en el resto de Marruecos. Algunos expertos consideran que este hecho es una consecuencia directa de la utilización de armas químicas. Así lo afirma el historiador Sebastian Balfour. El investigador y médico de Tánger Abdelouaed Tedmouri explica que, a partir de una serie de estudios comparativos y «constataciones clínicas» que ha llevado a cabo, está en condiciones de afirmar que «la mitad de los cánceres que se detectan en Marruecos, el 50%, son en el Rif, y esto ya debe ser sujeto de preocupación».

Tedmouri compara los índices de esta enfermedad en el Rif con otras regiones mediterráneas de Europa como Andalucía y el sur de Francia, que tienen un clima, una alimentación y un modo de vida bastantes parecidos. Llega a la conclusión de que «mientras en el caso español o francés la diferencia con las demás regiones es mínima, en el caso rifeño es abismal si se compara con el resto de Marruecos». A su juicio, «hay causas externas que provocan un mayor índice de cánceres en el Rif, y son las consecuencias de la guerra química de los años 20». Los testimonios de rifeños que han perdido parientes por causa del cáncer son muy numerosos. Ilyas El Omari, presidente de la Asociación de Defensa de las Víctimas de los Gases Tóxicos en el Rif, afirma que su padre murió de cáncer a los 45 años, pero también su abuelo y varios de sus tíos.
Las víctimas reclaman una compensación

Movimientos sociales bereberes del Rif, defensores de los derechos humanos e investigadores marroquíes y extranjeros se han movilizado en los últimos días para denunciar el «uso sistemático» de armas químicas por el Ejército colonial español durante la guerra colonial. Piden a España que articule medidas de reparación moral y material por los daños causados a la población y no descartan dirigirse al propio rey Juan Carlos I.

Sectores importantes de la población rifeña creen que «España tiene que dar un paso y reconocer públicamente que cometió crímenes contra la humanidad en el Rif», en palabras del periodista, antropólogo y activista cultural rifeño Rachid Raha. «No pedimos venganza, pero pensamos que España debe asumir lo que ocurrió en el Rif», apunta el psicólogo Ahmed Hamdaoui. Centenares de personas se reunieron el pasado fin de semana en la Cámara de Comercio de Nador para debatir sobre la guerra del Rif. El coloquio, que la policía intentó prohibir, fue organizado por la revista ’Le Monde Amazigh’ y reunió a numerosas personalidades. La estrategia que piensan seguir los colectivos sociales es utilizar el acuerdo amistoso entre España y Marruecos y denunciar a Madrid y París y a las empresas que fabricaban y vendían los gases tóxicos.

1.— Fernando Hernández Holgado. “Miseria del militarismo”. Virus Editorial. 2003.

2.— Ibid.

3.— Enrique Cerro Aguilar. “España fue el primer país que utilizó armas químicas contra civiles en Marruecos en 1920”. Revista Rebelión. 13 de enero de 2001.

4.— El libro fue publicado en 2002.

5.— Ignacio Cembrero. “El veneno que llegó al Rif desde el cielo”. Diario El País. 18 de febrero de 2002.

6.— Grupo Antimilitarista Tortuga. http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=224.

7.— Fernando Hernández Holgado. Op.cit.

8.— ”El ejército posee una planta diseñada para fabricar armas químicas a sólo 14 kilómetros de Madrid”. Diario El País, 23 de agosto de 1993.

9.— “El ejército posee una planta diseñada para fabricar armas químicas a sólo 14 kilómetros de Madrid”. Diario El País, 23 de agosto de 1993.

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